Por Andrés Oppenheimer
Buenos Aires - Apesar de las constantes cumbres latinoamericanas en que los presidentes firman compromisos de solidaridad regional y acuerdan ambiciosos planes de integración, el brote de gripe porcina ha abierto una brecha en las relaciones latinoamericanas.
El Gobierno mexicano ha protestado con inusual dureza ante la decisión de Cuba, Argentina, Ecuador y Perú de suspender los vuelos directos desde México a pesar de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió esta semana que no hay razones para restringir los vuelos de países afectados por la gripe porcina.
¿Cómo se explica que países latinoamericanos que tienen relativamente poco tráfico con México hayan suspendido los vuelos directos desde México, cuando Estados Unidos --que comparte con México una frontera de más de 3000 km que es cruzada anualmente por unas 20 millones de personas-- no ha tomado una medida semejante?, preguntan funcionarios mexicanos.
Aunque el Gobierno de Estados Unidos emitió el 27 de abril una alerta de viajes, aconsejándoles a los estadounidenses que se abstengan de realizar viajes no indispesables a México, el Gobierno de Obama no suspendió los vuelos directos desde México. En comparación, países como Cuba y la Argentina suspendieron todos los vuelos desde y hacia ese país, y aplicaron medidas de control extraordinarias con los pasajeros provenientes de México vía terceros países.
El sábado, cuando llegué al aeropuerto internacional de Buenos Aires, tuve la sensación de estar en un país al borde de una catástrofe sanitaria. Antes de descender del avión, todos los pasajeros debimos completar un formulario donde se nos preguntaba qué países habíamos visitado en los últimos diez días y si teníamos algunos de los síntomas propios de la gripe.
Ya fuera del avión, un funcionario de salud --que como todos los demás empleados del aeropuerto tenía una máscara cubriéndole la cara-- recogía los formularios e inte-
rrogaba a cada pasajero, mientras una cámara filmaba a los recién llegados. Al advertir que yo había marcado en mi planilla síntomas de ''tos'' y ''resfrío'', el funcionario me preguntó si había tenido fiebre. Respondí que no, y me permitieron entrar al país.
El presidente mexicano Felipe Calderón se quejó hace unos días de las ''medidas vejatorias o discriminatorias emprendidas por varios países contra los mexicanos'', mientras que otros funcionarios mexicanos criticaron la decisión de Argentina de enviar a México un avión para repatriar a los 218 ciudadanos argentinos varados en ese país.
Entre otras cosas, los funcionarios mexicanos señalan que mientras que Argentina permite el arribo de viajeros de México que llegan por American Airlines, Lan Chile o Copa con escalas en Miami, Santiago de Chile o Panamá, respectivamente, el Gobierno argentino ha suspendido los vuelos directos de Aeroméxico y Mexicana.
''No tiene ningún sentido'', me dijo el cónsul mexicano Juan Manuel Ponce. ``Primero, la OMS ha manifestado que el flujo de viajeros internacionales no impide el contagio. Segundo, permitir la llegada de pasajeros de México vía terceros países es difícil de explicar, porque se trata de los mismos pasajeros''.
¿Por qué Argentina actuó con tanto celo en este caso? La respuesta, según casi todos los periódicos de Argentina, es sencilla: por razones de política interna.
El 28 de junio habrá en la Argentina una elección legislativa crucial, en la que probablemente la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y su esposo, el ex presidente Néstor Kirchner, pierdan la mayoría en el Congreso.
De acuerdo a los informes de la prensa argentina, el ex presidente --que todavía lleva la voz cantante-- dio personalmente la orden de suspender los vuelos desde México porque no quiere arriesgarse a que critiquen al Gobierno por negligencia en el cuidado de la salud pública en el momento más álgido de la campaña electoral.
En los últimos meses, el Gobierno ha recibido un aluvión de críticas por el brote de dengue, una enfermedad que por lo general se propaga en zonas carenciadas y que se creía derrotada en este país.
Miembros de la oposición, señalando que el Gobierno está instalando un hospital móvil en el aeropuerto internacional de Ezeiza, afirman que es probable que la presidenta lo inaugure hacia fines de esta semana, y especulan que el Gobierno quiere mantener vigente la crisis de la fiebre porcina asegurarse mayor exposición mediática.
Las autoridades argentinas dicen que se trata de medidas extraordinarias tendientes a proteger a la población, y que el Gobierno ha solicitado a su embajada de México un informe detallado de la situación.
Mi opinión: los gobiernos de Argentina, Cuba, Ecuador y México han sobreactuado. Curiosamente, varios de esos gobiernos son los primeros en criticar a Estados Unidos y en presentarse a sí mismos en los foros internacionales como los campeones de la solidaridad latinoamericana. Pero cuando México estuvo en problemas, lo primero que hicieron fue darle la espalda, mientras que --esta vez-- Washington no abandonó a un vecino.