Por Pablo Carabias
(Puede verse también Lo que el colectivismo se llevó)
Todo sea por proteger a la cultura española. Ángeles González-Sinde, nuestra excelsa Kulturleiter, con el aplauso unánime del gremio, ha decidido que el cine español tenga una cuota de pantalla garantizada. Sin duda, era una medida muy necesaria, pues las producciones patrias, incluidas las suyas propias, pasaban fugazmente por las carteleras, debido a la insensibilidad de los exhibidores, incapaces de ver más allá de la taquilla y reconocer los valores de nuestro cine, un cine por otra parte reconocidísimo en los más variados festivales internacionales.
Si, bueno, ya se les daba un pastizal a fondo perdido para que hiciesen las películas y se ganasen más que dignamente la vida. Pero eso no era suficiente. Estamos hablando de creadores, de artistas, de personas que no miden la vida desde el punto de vista superficial del dinero... ellos necesitaban y se merecían algo más. Y esto es lo que se va a conseguir obligando a los cines a mantener sus películas en cartel a pesar de que no vendan entradas. A partir de ahora, nuestros creadores podrán ver su nombre en las carteleras, no fugazmente como hasta ahora, sino de forma continuada gracias a los desvelos de nuestra ministra.
Pero hay un problema. ¿Y si, como probablemente pase, tampoco acuden los espectadores a verlas? ¿Qué pasará con la moral de nuestros cineastas? No olvidemos que ellos son artistas, creadores, espíritus sensibles... no son como los demás ciudadanos. Por ejemplo, un vendedor de muebles no vende una mesa y simplemente deja de ingresar dinero, pero su espíritu creativo (del cual carece) no se resiente...pero el espíritu de un artista sí, con lo que ello significaría de negativo para creatividad española y el futuro éxito de nuestro cine en los festivales internacionales
Es necesario cerrar el círculo. Nuestros cineastas no pueden depender ni económica ni anímicamente de un público caprichoso e insolidario, un público que se empeña en ver lo que le da la gana sin la más minima conciencia social. Por ello, aunque las subvenciones a tutiplén fueron un primer paso y la futura ley de cuotas de pantalla es el segundo, falta la última medida, la LAOPE, la Ley de Asistencia Obligatoria a Películas Españolas
Básicamente, la LAOPE es otra ley de cuotas, pero no aplicada a los exhibidores sino a los consumidores finales, a los espectadores. Es muy fácil. Basta con poner en marcha una Cartilla de Cine Español, personal e intransferible. Así, si un joven quiere ver la última de Bruce Wills, Terminator 7 o cualquier otra película americana, deberá mostrar su cartilla con el sello de haber asistido a una película española en cartelera. Y no vale entrar y salir. Unos dispositivos de control, similares a los de control de personal de cualquier empresa verificarían que el propietario de la cartilla ha estado de principio a fin viendo la película.
Tampoco valdrá contratar a alguna otra persona, un parado o un inmigrante sin papeles por ejemplo, para que sustituya al propietario la cartilla ...Aunque dichos colectivos suelen quedarse con los trabajos más desagradables, aprovecharse de su situación y obligarles por una mísera cantidad a tragarse una película española claramente supera el límite de lo tolerable.
El cine español es una responsabilidad de todos y todos hemos de aportar nuestro granito de arena, aunque reconozco que es muy duro. Pero ya que no hay mili podría contemplarse dicha tarea como un método para forjar el carácter de los más jóvenes, demasiado acostumbrados a hacer lo que les da la gana...
Pero aún así, queda un segmento de población que no contribuirá a dicho esfuerzo. Son dos grupos, aquellos que prefieren bajarse las pelis de internet y aquellos a quienes no les interesa el cine.
Para los primeros, mano dura. Obligando a que por cada película americana descargada se tenga que descargar una española, se incrementaría drásticamente el número de descargas de estas últimas, lo cual sería un argumento para conceder a nuestro cine más y más subvenciones... aunque teniendo en cuenta que más del 90% de las descargas son de porno, Torbe, el Rey del Porno Hispano, se haría de oro.
¿Y para los segundos, para esos individuos cinéfobos que no pisan una sala de cine nunca? Pues... ¡a la mierda! ¡Se les lleva a ver cine español cuatro o cinco veces al año por la fuerza! Total, ya les obligamos a pagar la pelis con sus impuestos. Otra coacción más, ¿qué más da?