“El secreto de la felicidad es la libertad. El secreto de la libertad es el coraje”. --Tucídides La nueva Ley de Medios que quiere aprobar el congreso argentino para limitar la libertad de expresión, es la medida más extrema en la lista de atropellos que ha venido sumando el gobierno Kirchner para abusar del poder.
La ley que fue aprobada en primera instancia en Diputados, restringe la cantidad y diversidad de medios de comunicación que puede manejar una empresa. Aplicada en otros epígrafes, sería como que un ganadero no esté autorizado a vender leche o cuero si comercializa carne, o que le den cupos y áreas de venta restringidas.
La nueva ley no sólo atenta contra la libertad de expresión sino contra la libre empresa. Los dos únicos instrumentos que tiene el ciudadano común para proteger su libertad y patrimonio frente al poder del Estado. Sin libertad de expresión ni de empresa, el nombre que recibe el sistema es: Comunismo.
El Grupo Clarín, causante del embrollo y principal víctima de la reglamentación propuesta, no es precisamente querido por la ciudadanía, pero tampoco lo es el gobierno. Clarín es posiblemente la sociedad más poderosa de la Argentina, controla periódicos, radios, canales de TV, proveedoras de internet y muchos negocios de gran magnitud en otros rubros.
Sus servicios de internet y cable son caros, no son de los mejores, se venden con publicidad engañosa, la atención que ofrecen al cliente es deplorable. Si un usuario presenta alguna queja o precisa una reparación, puede esperar horas o días hasta que alguien lo atienda, y no precisamente de buena gana. Sus competidores no son superiores. La filosofía de las compañías argentinas es: “La empresa siempre tiene la razón”. Consideran que les hacen un favor a los consumidores por venderles sus productos.
En vez de optimizar las condiciones comerciales, permitiendo la competencia irrestricta, de manera que otros puedan incursionar en el mercado de las telecomunicaciones, poniendo freno a la baja calidad de la oferta existente, abaratando costos al consumidor, ampliando las corrientes de opinión, disminuyendo el poder del que gozan las megas corporaciones. Cristina optó por el camino despótico del silenciamiento, copiando la conducta de sus hermanos socialistas Hugo Chávez y Evo Morales.
El acceso del público argentino a la información adolece de grandes limitaciones, pues las tarifas de importación a las computadoras hacen que éstas cuesten el doble de lo que valen en origen, cuando siendo un instrumento para la educación éstas deberían estar eximidas de aranceles. Los libros figuran en una categoría similar, por tanto, las librerías no importan material de lectura actualizado.
Pero la educación, la información y la cultura, siempre fueron las peores enemigas del peronismo. Mientras mayor sea la ignorancia, más cosas chuecas pueden hacer los gobernantes sin que la gente lo note. El peronismo es la apología de la arbitrariedad, el oscurantismo y la mentira.
La libertad económica está restringida con agobiantes reglamentaciones, tortuosos gravámenes, burocracia, y obstáculos administrativos de inusitada creatividad, que impiden la formación de nuevas fuentes de trabajo, mientras la pobreza sigue creciendo.
Con la nueva ley que se muestra difícil de detener, la Argentina cae varios puestos adicionales en su descenso hacia el totalitarismo, poniéndose al mismo nivel de sus socios neocomunistas del siglo XXI. Se encierra más en su propio mundo, y se excluye de la posibilidad a corto y mediano plazo de mejorar el nivel de vida de su población.
Lo peor es que no se perfila ningún candidato opositor con ideas claras y frescas para las próximas elecciones, que pueda poner fin a medio siglo de disparatados experimentos económicos, autoritarismo y corrupción. Los políticos, descaradamente acomodaticios, se proclaman peronistas de izquierda, confiados en que esa es la fórmula para obtener el apoyo popular. El anacronismo y la contradicción es como si en España los del PSOE se calificaran de franquistas.
Pepe Mujica, candidato a la presidencia del Uruguay por el izquierdista Frente Amplio, dijo: “Es que no sé cuál es la ideología de los Kirchner. Parece que son progresistas, pero también son peronistas. En Uruguay nos resulta bravísimo entenderlo”. No sólo en Uruguay…