Por Héctor Strédel
En cuanto procónsul de Fidel Castro, el dueño y señor de este ahora ex país acaba de anunciar que el próximo mes de octubre llegarán otros mil ciento once nuevos presuntos médicos cubanos, enviados por su comandante en jefe para reforzar y acelerar el proceso de colonización de la que otrora fuera Venezuela libre y soberana. Mil ciento once activistas que vienen a sumarse al casi millón de agentes militares y civiles del fidelato ya instalados desde hace años en esta tierra como presuntos profesionales de la medicina, de la enfermería, del deporte, de la educación y de otras actividades similares, pero en verdad personal perfectamente entrenado para cumplir la tarea de concluir, en el más breve plazo posible, el objetivo de hacer del territorio ya no nacional simple provincia de la metrópolis fidelista.
Con entusiasmo de subalterno sumiso y complaciente, el procónsul de Fidel Castro formuló el anuncio a la conclusión de una reunión especial del alto gobierno realizado en el Estado Guárico, que fuera encabezado por el embajador de Cuba en Caracas.
Le brillaban de entusiasmo los ojos al procónsul de Fidel Castro al informar de que, para él, es todo un acontecimiento, pues redundará significativamente en la aceleración del proceso de entrega de ex Venezuela al patrimonio político, territorial, económico, social y cultural del fidelato, que él dirige manu-militari desde cuando fue electo presidente de la que entonces era república libre y soberana. Se frotaba las manos y se le hinchaban las venas de la garganta cuando hacía ponderación de los seudomédicos cubanos. Se babeaba en el elogio de esos presuntos profesionales de la medicina, elogio que entrañaba, a la vez, menosprecio —o desprecio— por los médicos criollos, por la ciencia médica nuestra, en conducta que engloba todo lo que es expresión de venezolanidad, en ciencia, en investigación, en cultura, en deportes, en política, en educación, en institucionalidad, en proyección democrática.
El procónsul de Fidel Castro mostró en la oportunidad la profundidad de su odio visceral a la legitimidad de lo venezolano; sacó a flote sus resentimientos, sus insondables complejos de inferioridad, su vocación para la condición de segundón, de subalterno, que intenta ocultar con sus aspavientos de líder universal, aspavientos dirigidos y orquestados tras las bambalinas por su comandante en jefe y patrón, Fidel Castro.
El hecho concreto es que en los próximos días llegarán a este ex país otros mil ciento once colonizadores cubanos, a sumarse al casi millón que ya tiene instalada la bota colonizadora en las fuerzas armadas, en la economía, en la educación, en todos los poderes públicos, en la organización policial, en el sistema impositivo, en el registro público, en los organismos de identificación e inteligencia, en el sistema comunicacional, en todos los ámbitos de la administración pública. Responsables y ejecutores del siniestro plan de entrega total de la que fue Venezuela libre y soberana al absoluto dominio del fidelato, gracias a la vocación subalterna de quien fuera electo presidente constitucional por un pueblo engañado, que ahora comienza a reaccionar contra el fraude monumental del que fue víctima.
Los cubanos siempre fueron fraternalmente recibidos en Venezuela. Pero no pueden aspirar el mismo tratos éstos que vienen en plan de colonizadores.