Va terminando el año en medio de incertidumbre e indefiniciones en el campo político. Se destaca la falta de una voluntad auténtica de llegar a acuerdos mínimos y la abundancia de disputas por espacios de poder presentes o futuros. No se trata solamente de que el oficialismo se pelea con la oposición, como es menester. ¡En realidad, ni siquiera sabemos bien quién es oficialista y quién opositor!
Las diferencias internas de los partidos son tanto o más encarnizadas que las que mantienen los partidos entre sí. Una muestra de ello es el PLRA, en el que se ve a algunos de sus dirigentes en más coincidencias con los colorados que con sus mismos correligionarios.
El Gobierno no da la impresión de tener un rumbo cierto y se agrandan las dudas sobre su capacidad de concertar o llegar a acuerdos que le permitan avanzar en sus proyectos.
Se hace realidad la presunción de que la falta de ejercicio y experiencia política de Lugo iba a dificultar sus posibilidades de gobernar. Los avances en la aplicación de algunas políticas de Estado o medidas de carácter social que se impulsan parecen más bien fruto del voluntarismo aislado de funcionarios con capacidad y visión antes que como parte de un proyecto mayor.
Para “suerte” de Lugo, otras presunciones previas también se hacen ciertas para la oposición. La derrota descalabró a la añeja Asociación Nacional Republicana. No se ve aún a alguien capaz de tomar el timón partidario con firmeza. Los dirigentes responsables de la derrota buscan “salvarse” como sea y demoran una reorganización imprescindible para que puedan encarar con alguna posibilidad próximas elecciones. La insistencia de los mismos en convertirse en voceros de los ataques a Lugo les quita mucha eficacia.
Unace tiene la dificultad de que a su único líder le sobra habilidad para cuestiones conspirativas y pactos entre bambalinas, pero le falta imaginación para promocionarse ante la opinión pública. Las autocondecoraciones u homenajes al estilo stronista, que conmueven a sus fanáticos, causan risa y vergüenza ajena fuera de las carpas oviedistas. Aunque Oviedo, cuentan por ahí, está más bien ocupado en acumular capital por medio de uno de sus feudos, el Poder Judicial, preparándose para lanzarse con todo en el 2013.
Por ahora, para una gran parte de la oposición todo se reduce a desgastar lo más posible la figura de Lugo y construir luego de las “ruinas” un nuevo proyecto político. ¿Y los problemas de la ciudadanía? Deberán seguir esperando, parece.