Por Adolfo Rivero Caro
Confieso sentirme desconcertado cuando algunos amigos hablan de la necesidad de una "reconciliación nacional''. Tal parece como si el obstáculo para una Cuba libre y democrática fuera la terquedad y el resentimiento de dos grupos, uno en la isla y otro en la comunidad exiliada. Y que la solución estaría en que ambos depusieran esa actitud y priorizaran los intereses de la nación. Esto me parece una lectura errónea de la tragedia cubana y, por consiguiente, un remedio igualmente equivocado.
¿Cómo es posible hablar de dos partes en disputa como si fueran equivalentes? La realidad es que una dictadura cubana triunfante lleva más de medio siglo en el poder y que jamás ha dado el menor indicio de querer buscar ningún acuerdo con el exilio. Ciertamente ese exilio es masivo y próspero pero su influencia dentro de la isla ha sido extremadamente limitada. Eso le ha permitido a la dictadura adoptar la mejor de las posiciones: denunciar furiosamente una interferencia del exterior que, en realidad, ha tenido y tiene poco impacto en la realidad nacional. ¿Qué ha conseguido la oposición? ¿Radio y TV Martí? Un éxito extraordinario, sin duda, pero muy lejos de ser suficiente. ¿La ley de ajuste cubano? Infortunadamente, un obstáculo más que una ayuda.
¿Cuándo ha rechazado el exilio una propuesta, cualquier propuesta, de la dictadura cubana? La realidad es que nunca. ¿Por qué hablar del exilio entonces como si, con su resentimiento y terquedad, hubiera rechazado esas hipotéticas proposiciones? Recuerdo, hace muchos años, cuando Jorge Mas Canosa polemizó con Ricardo Alarcón por la televisión. El exilio nunca ha rechazado el diálogo. Aquí sólo hay un enemigo discernible: la actual política de la dictadura cubana. Todos los grupos hostiles a la misma están de acuerdo en una serie de demandas mínimas. Nadie ha rechazado nunca discutir con la dictadura. Por consiguiente, progresar hacia ese diálogo, en ninguna medida ha dependido de nosotros, sino única y exclusivamente de la dictadura castrista.
Yo no voy a abrirle los brazos al que violó a mi hija y asesinó a mi hermano. Sin embargo, si esa persona me propusiera, desde el gobierno, buscar una forma de compartir el poder a cambio de olvidar el pasado y evitar un sangriento ajuste de cuentas, creo que sería una proposición digna de considerar. Desgraciadamente, ése no es el caso. Toodo lo contrario. Una de las grandes ventajas que tiene la dictadura es que el exilio cubano le brinda extraordinarias facilidades a todos los opositores que quieran irse del país. Esta es una de esas realidades desagradables que es necesario confrontar. ¿Para qué arriesgarse a la persecución y la cárcel cuando el gobierno de Estados Unidos le da unas facilidades, sin precedentes en el mundo, a los cubanos que quieran exiliarse? No hay forma en que esto pueda considerarse un estímulo a la lucha contra la tiranía. Todo lo contrario. La dictadura cubana no hubiera podido diseñar una política que le fuera más beneficiosa. La comunidad cubana en el exilio ha conseguido la mejor forma de trasladar al pueblo cubano hacia el exterior pero la peor para estimular su oposición activa a la dictadura.
El problema cubano es muy claro: la gran mayoría del pueblo se opone al gobierno pero no ha encontrado formas de enfrentarse efectivamente al mismo. ¿Qué hacer? En primer lugar, está la ayuda directa a la oposición. Obviamente, es relativamente fácil para el gobierno impedir la ayuda a las organizaciones locales. Sin embargo, es posible superar esos obstáculos. Quisiera ver dirigida la extraordinaria energía de estos amigos hacia esos objetivos. La dictadura no puede resolver ninguno de los enormes problemas del pueblo cubano. ¿Cómo podría hacerlo si ella misma es la causa de los mismos? Sin embargo, eso no significa que esté con los brazos cruzados. Todo lo contrario. En todo el país está promoviendo cuadros jóvenes que se ponen en contacto con la población, escuchan sus problemas y tratan de resolverlos dentro del marco de unas limitaciones aceptadas. Sin embargo, es una política que gana simpatizantes. Estos jóvenes tratan la falta de recursos no como si fuera la responsabilidad de su gobierno sino como si fuera la culpa de enemigos externos. Suponen que Estados Unidos, España y otros países democráticos debieran ayudar generosamente a Cuba, ignorando que su gobierno ha sido un aliado tradicional de cuanta organización terrorista hay en el mundo, empezando por ETA.
tención. A pesar de todo, muchos de ellos consiguen simpatías dentro de la población. En primer lugar porque no hay otras figuras visibles. Sin embargo, al mismo tiempo, se ha estado desarrollando el movimiento de los municipios de oposición que tiene la extraordinaria virtud de ser un movimiento en la base. No depende de unos pocos dirigentes nacionales. Si alguno de sus miembros es preso, rápidamente puede ser sustituido. Además, sólo luchan a favor de demandas concretas y locales. ¿Por qué llevarse preso al que protesta por una calle intransitable o una tubería rota? Ellos son el verdadero relevo de los actuales gobernantes. Son su relevo en la base. Todos tenemos que estar atentos a su sorprendente desarrollo.