Por Candace Jackson
En sus días de gloria, la tienda Tower Records, en el East Village de Manhattan, en el sudeste de la ciudad, estaba repleta de clientes amantes de la música. Pero en 2006, en respuesta a la migración de compradores a las descargas en Internet y a los grandes almacenes, la tienda cerró.
Desde el último fin de semana, sin embargo, la tienda otra vez respira vida. En esta ocasión, con presentaciones en vivo, mesas redondas y exhibiciones de arte conceptual, algunas de ellas en lamentación por la muerte de las tiendas de música.
El proyecto titulado "Never Can Say Goodbye", que podría traducirse a Nunca se puede decir adiós, pertenece a No Longer Empty, una organización sin fines de lucro de Nueva York que coloca muestras de arte público en espacios comerciales vacíos.
Se trata de la apertura más reciente en una ola de galerías de arte y teatros que están apareciendo alrededor de Estados Unidos a medida que la recesión elimina negocios.
Los artistas y organizadores del proyecto de Tower Records dicen que su propósito es en parte una meditación sobre lo que el mundo del arte puede aprender sobre las tribulaciones de la industria de la música. Para los transeúntes, el local se parece mucho a una tienda de música llena de vida, con estantes de discos, una caja registradora y posters promocionales colgados en las paredes (Los carteles que anuncian que el espacio "Se alquila", sin embargo, sigue ahí).
Ted Riederer y otros 40 artistas crearon la tienda "de mentira" con discos que tenían las tapas pintadas de negro exceptuando algunas palabras. Los visitantes deben buscar en la pila de discos en los estantes para encontrar un poema. Es una obra que Riederer llama una "carta de amor" al moribundo concepto de las tiendas de discos.
"Mi objetivo es confundir absolutamente a la gente y retenerla allí 30 minutos antes de que se den cuenta de que no es una tienda", dice.
Tower Records abrió su primera tienda en San Francisco, California, en 1960 y llegó a tener 86 locales en todo EE.UU., que han desaparecido. La compañía todavía vende discos a través de su página de Internet.
La inauguración del show contó con la presentación de un imitador de Vanilla Ice y una instalación de Paul Valinksi, quien dice que pasó sus sábados por la noche como estudiante universitario eligiendo álbumes de US$7 de música New Wave. Su obra está compuesta de su propia colección de discos, esculpida para asemejar pájaros.