Por Terry Ross
Yuma Sun - Bajo el sol
En Arizona parece haber un esfuerzo determinado de satanizar a los migrantes indocumentados y caracterizarlos como asesinos, traficantes de drogas, violadores y pedófilos — lo cual está muy lejos de ser verdad.
Aún la gobernadora Jan Brewer hizo esto en un discurso acerca de sus planes de colocar a la Guardia Nacional en la frontera de Arizona con México. Ella criticó al gobierno federal por no hacer nada por acabar con la inmigración ilegal y dijo que el gobierno de Obama "había estado haciéndose de la vista gorda sobre el asunto de que Arizona estaba siendo invadida por inmigrantes indocumentados, aterrorizando a sus ciudadanos".
¿Aterrorizándonos? ¡Por favor!
Algo similar pasó cuando un respetuoso ranchero de Arizona recientemente fuera asesinado en el suroeste de Arizona. No obstante que nadie sabe a ciencia cierta qué es lo que realmente pasó, de inmediato surgieron comentarios de que debía de haber sido un asesinato cometido por un "inmigrante ilegal". Lo más probable es que haya sido un traficante de drogas que podría haber estado entrando ilegalmente al Estado o que ya estaba residiendo aquí de manera ilegal. Ellos trafican drogas, asaltan a la gente y viven una vida de criminales. Como cualquier otro delincuente — ya sea de Estados Unidos o de México — ellos hacen daño a la gente. Necesitan ser encontrados, arrestados y encarcelados — al igual que los criminales de este país.
Pero ellos representan una pequeñísima parte del estimado de millones de residentes ilegales en este país. La mayoría de estas personas que viven en este estado sin documentos, solo están aquí con el deseo de trabajar y mejorar sus vidas y la de sus familias. Ellos no tiene el deseo de lastimar a nadie y quieren mantenerse fuera de problemas.
Aquí mismo en el Condado de Yuma, existen un sin fin de ejemplos de estas personas pacíficas y trabajadoras. Ellos son nuestros vecinos. Asisten a la iglesia como nosotros. Disfrutan de excursiones a los parques igual que nosotros. Para abreviar, ellos viven su vida de la misma manera que nosotros lo hacemos.
No son personas malévolas. Su únco "crimen" es desear vivir en este país y en un estado que les ofrece oportunidades para mejorar sus vidas.
No obstante que eso es ilegal, la mayoría de nosotros consideramos que es un delito menor comparado con la violencia y el fuerte crimen que es parte de nuestra vida diaria.
Sin embargo sirve los propósitos de aquellos que están molestos por la inmigración ilegal y desean implementar leyes severas y crueles en contra de los residentes indocumentados para utilizarlo como propaganda extremadamente negativa contra ellos, para que las demás gentes acepten mejor estas políticas descriminatorias.
Arizona tiene una conexión desde hace tiempo con México, al igual que otros estados fronterizos. En un tiempo realmente no existía una frontera, aún si esta estaba delineada en un mapa. La gente entraba y salía de ambos países sin ninguna preocupación. Las familias contaban con parientes en ambos lados de la frontera tal como las tienen hoy en día.
Esta relación se volvió formal a través de los años con las reglas de inmigración y refuerzos fronterizos — y ahora existe una creciente animadversión sobre el asunto de la inmigración ilegal y el impacto de la cultura mexicana en nuestra nación. Francamente, algunos tienen un odio hacia esas personas de México, no obstante que lo encubren detrás de una supuesta preocupación de hacer que la gente obedezca la ley.
Esto está muy mal. Algunos de los más respetuosos residente del Condado de Yuma y de nuestro estado ya sea que llegaron alguna vez como indocumentados, y más tarde se naturalizaron, o tienen familiares con antecedentes de inmigración ilegal. Ellos no le han hecho daño a nuestra sociedad, ellos la han ampliado y le han agregado.
Elllos comparten sus valores familiares que muchos otros residentes de Arizona encuentran muy deseables. Dos más de sus otras características admiradas en Estados Unidos son que ellos cuentan con un sentido de ética de trabajo muy fuerte y deseos de mejorarse a si mismos. En muchos aspectos, son como cualquier otro arizonense.
Estas personas no estan aterrorizando a la gente de Arizona. Por el solo hecho de estar aquí sin documentos no los convierte en algo malévolo. La satanización de estas personas necesita terminar de una vez por todas, porque los deshumaniza y los convierte en blancos fáciles de un odio sin sentido.
