Por Guillermo Arosemena Arosemena
(Puede verse también las Partes I y II de este trabajo)
En Repúblicas de Aire, obra escrita por el mejicano Rafael Rojas y de reciente publicación, el autor comenta que no hubo sólo una agenda en la Independencia de nuestra región: “Las revoluciones de independencia en Hispanoamérica fueron, al mismo tiempo, un conflicto militar, un proceso de cambio político y una rebelión popular. Como toda revolución o toda guerra, quienes se involucraron en aquella experiencia lo hicieron por razones diversas y contradictorias. No pocos se levantaron en armas porque querían alcanzar un autogobierno criollo sobre los reinos y provincias del imperio borbónico. Muchos lo hicieron porque, más que a Madrid, rechazaban la hegemonía de las ciudades capitales sobre su región. No faltaron quienes se levantaron en armas para proteger un modo de vida tradicional o para ascender socialmente a través de la guerra y la política”.
Los diferentes intereses de los involucrados en los distintos países impidió la búsqueda del bien común. Cada uno tuvo en mente visiones distintas en la construcción de la Gran Colombia. Se da el caso de la dura polémica mantenida entre Bolívar y Rocafuerte, por este último oponerse al centralismo que Bolívar quería en vez de crear provincias para que cada una tenga su propia autonomía. En carta del 27 de Septiembre de 1826, Rocafuerte escribe a Bolívar para tratar de convencerlo cambiar de opinión. Le comenta haber oído que en Colombia hay apoyo para crear la federación compuesta de Venezuela, Cundinamarca y Quito. Rocafuerte opina que tal división sería fatal porque cada sección es lo suficientemente grande para debilitar al Gobierno central e incluso aspirar a la independencia. Le sugiere que sería mucho mejor dividir la república en doce provincias de acuerdo a la geografía y condiciones locales. También le recomienda la necesidad de mejorar las instituciones políticas y hacer la transición del centralismo al federalismo para poder ponerse a la vanguardia de la civilización. Finalmente le advierte que como hijo de la libertad su responsabilidad es establecer la libertad en una manera apropiada para la ilustración del siglo en que viven.
El sistema de gobierno federal perseguido por Rocafuerte, otros guayaquileños y peruanos en lugar del centralismo proclamado por Bolívar fue causa de permanente inestabilidad política, como sucedió en 1827, cuando en Lima hubo una sublevación que perseguía la creación de un Gobierno federal y los guayaquileños se adhirieron. Este tema lo cubre Bolívar en una carta del 24 de Agosto al Presidente del Senado de la Gran Colombia:
“…ha favorecido el voto de algunos imprudentes que desde el año pasado trabajan en Guayaquil por dar aquella forma a nuestro Gobierno, y a los cuales procuraré yo contener […] mi decisión por un Gobierno central más adecuado a nuestras necesidades”
Otras cartas de Rocafuerte a Bolívar entre 1826 y 1828 tienen fuertes expresiones acusatorias hacia Bolívar. En una de ellas advierte:
“…su conducta es alarmante para las libertad y bienestar de las otras repúblicas de la América Española…Bolívar se ha quitado su disfraz de patriota y es capaz de cualquier cosa. En su delirio de ambición bien podría ofrecer a Colombia en su transacción maquiavélica, mientras sea reconocido como rey o presidente vitalicio de Colombia”.
Este último tema se refiere a ayudar a España para nuevamente tomar control de México. Rocafuerte debió conocer sobre una carta que Bolívar envió desde Jamaica a Maxwell Hyslop, poderoso empresario inglés proponiéndole financiar su revolución y a cambio recibir Panamá y Nicaragua:
” (...) Ventajas tan excesivas pueden ser obtenidas por los más débiles medios: veinte o treinta mil fusiles; un millón de libras esterlinas; quince o veinte buques de guerra; municiones, algunos agentes y los voluntarios militares que quieran seguir las banderas americanas (…) Con estos socorros pone a cubierto el resto de América del Sur y al mismo tiempo se puede entregar al gobierno británico las provincias de Panamá y Nicaragua, para que forme de estos países el centro del comercio del universo por medio de la apertura, que rompiendo los diques de uno y otro mar, acerque distancias más remotas y hagan permanente el imperio de Inglaterra sobre el comercio”.
La relación de Bolívar con Rocafuerte no fue buena, a pesar de haber estudiado juntos en Europa. Después de más de veinte años de ellos perder contacto, el 10 de Enero de 1821, desde Bogotá Bolívar le escribe la siguiente carta:
“Por fin tengo el gusto de escribir a Vd. ¿Se acordará Vd. que soy un antiguo amigo? Siempre me he acordado, y me acordaré que Vd. lo es mío, y que no puede dejar de serlo; pues ¿por qué no me ha escrito Vd.? Vd. debía ser patriota, honrado y el hombre de la naturaleza, como yo lo he llamado. ¿Por qué es Vd. ingrato?”
En esta carta se nota la personalidad dominante y prepotente de Bolívar. Lamentablemente las relaciones entre los dos se fueron deteriorando con los años al extremo de que pocas semanas antes de fallecer, en comunicación a Flores, sabiendo que Rocafuerte llegaba a Guayaquil, le manifestó que este último era el más rabioso federalista del mundo, antimilitarista y capaz de cualquier cosa y tenía los medios para lograrlo. Termina la carta comentando que Rocafuerte se ha convertido en su más implacable enemigo. Este mismo había acusado a militares venezolanos y colombianos de ocupar los cargos más importantes en Ecuador y de beneficiarse económicamente.
A diferencia de Olmedo, Rocafuerte era como Bolívar: arrogante, fuerte de carácter, personalidad desbordante, autoritario con sus ideas, y sin problema alguno en enfrentar a quien consideraba su oponente. Alfredo Luna Tobar en su obra Bolívar y Ecuador, después de mostrar cartas de afecto entre el Libertador y Rocafuerte, admite que
“Unos años más tarde, sin embargo, no serían los mismos los sentimientos existentes entre el Libertador y quien fuere, según palabras del propio Bolívar ‘el mejor amigo mío desde mi juventud’”.