Por Guillermo Arosemena Arosemena
(Puede verse también las Partes I, II , III y IV de este trabajo)
El inicio del fin de Bolívar fue pretender modificar la constitución peruana y colombiana adaptándolas a la boliviana, cuando él conocía que por ley, durante diez años no se podía modificar la colombiana. En numerosas publicaciones de la época hay fuertes expresiones contra la actitud dictatorial del Libertador. Incluso las noticias llegaron a Henry Clay, Secretario de Estado de los Estados Unidos, quien lo exhortó a no dañar la buena imagen que el mundo se había formado de él.
Pretender imponer su voluntad en tema tan delicado, le causó a Bolívar hacerse de enemistades en los cuatro países y resentir a personas influyentes como Olmedo, Rocafuerte, Roca y Elizalde en Ecuador y sus similares en las demás repúblicas. Hubo ruptura de amistad con más de un importante amigo. Los enemigos de Bolívar, sin ponerse de acuerdo, en sus respectivos países decidieron encontrar la forma de “acabar con el poder absoluto e indivisible que Bolívar quería para sí”. Simultáneamente sus amigos buscaron la forma de crear la monarquía constitucional, tomando en cuenta que el propio Bolívar había expresado en más de una ocasión siguientes comentarios que se encuentran en el cuarto tomo de la Historia de la Revolución Colombiana, magna obra de José Manuel Restrepo:
“Colombia y toda la América española no tenían otro remedio para liberarse de la anarquía que devoraba a sus pueblos, que establecer monarquías constitucionales, y que si los habitantes de Colombia se decidieran por este camino de gobierno y llamaran a reinar a un príncipe extranjero sería el primero que se sometiera a su autoridad y le apoyaría con su influjo”
No hay espacio para transcribir todas las expresiones de personas cercanas a Bolívar que con el tiempo se decepcionaron de él. Las de Henri Villaume Ducoudray-Holstein, son una muestra. Edecán y confidente del Libertador, escribió dos libros, “Memorias de Bolívar” sobre sus experiencias con él y la sociedad grancolombiana. El primero publicado en 1830 y el segundo en 1855. Este franco-alemán, veterano de las guerras napoleónicas, fue considerado detractor en tiempos de Bolívar. En el segundo libro critica duramente la personalidad de Bolívar. Entre las páginas dedicadas a analizar la gestión de Bolívar, el autor se pregunta:
“¿Quién en Colombia es capaz de producir buenas leyes? ¿Quién es capaz de hacer ver al pueblo la importancia de las buenas leyes y persuadirlo a que se deben cumplir a pesar de que ellas puedan ir en contra de sus intereses? Si Bolívar hubiera puesto el ejemplo de cumplirlas, se hubiese logrado grandes resultados. Pero infortunadamente para Colombia y ciertamente para el resto de las nuevas repúblicas, Bolívar no tenía virtud, firmeza ni talento para levantarse sobre su esfera de mediocridad, pasión, ambición y vanidad. Él se encuentra muy distante de sentar los cimientos para buenas leyes, escuelas, instituciones útiles y comercio floreciente. Hubiera consultado a hombres de experiencia y virtud y rodeado de gente con talento y probidad. Pero ¿qué ha hecho este hombre durante los últimos cuatro años, es decir, desde 1824, cuando Colombia se libró del último soldado español? En lugar de permanecer en su país para establecer un sólido gobierno, lo vemos tan temprano como 1822, buscando nuevos campos para su ambición, una nueva escena de lo que él considera su gloria. Él va al Sur, se apodera de un país, destruye el Congreso de Perú y se coloca como cabeza despótica de un gobierno militar y allí renueva las villanías dictatoriales de 1823 y 1814 de Venezuela. Por la fuerza de las armas, él separa una porción de Perú y la llama república de Bolivia, de la cual él es su presidente y protector”.
Ducoudray-Holstein continúa analizando todos los desaciertos que en su opinión fueron cometidos por Bolívar. Juan Carlos Vela, en su ensayo, El Bolívar desconocido, comenta que los libros le sirvieron a Karl Marx para escribir la biografía de Bolívar donde lo critica severamente.
(Ver http://www.simon-bolivar.org/Principal/bolivar/marx_bolivar.html. También http://www.marxists.org/espanol/m-e/1850s/58-boliv.htm )
Las palabras de Ducoudray-Holstein contra Bolívar son muy fuertes. En ellas el autor no cuestiona la brillantez y capacidad militar, duda del Libertador como político y jefe de Estado. No siempre los grandes visionarios o militares tienen cualidades de estadistas, ni son pragmáticos. Durante la II Guerra Mundial, Estados Unidos tuvo dos excelentes generales: George Patton y Dwight Eisenhower. El primero fue extraordinario militar, se conocía las estrategias militares de los más grandes generales de la historia, incluyendo las de Alejandro Mago y Julio César, pero habiéndole correspondido ser el Comandante Supremo de las Fuerzas Aliadas, por antigüedad, Eisenhower fue electo, por manejarse con cualidades de estadista; esto posteriormente lo ayudó a ser Presidente de Estados Unidos. Patton sólo pensaba en guerrear, había nacido para ser soldado, era autoritario y no tenía ningún tacto para tratar a sus subordinados. Las hazañas militares de este último como el desembarco en Anzio y recuperación de Italia o la toma de Bastogne que evitó la arremetida de los alemanes, han quedado escritas en los libros de estudios militares. Eisenhower era diplomático, escuchaba y lograba consensos.
La personalidad de Bolívar, que incluía fuerte temperamento, relación de amor y odio con sus amigos y colaboradores y gran prepotencia (como hacer el siguiente brindis: “Hoy hace treinta y nueve años que he nacido tres veces: para el mundo, mi gloria y la República”), además de su falta de experiencia política, lo llevó al ostracismo. A los quiteños los tachó de bochincheros, de Sucre, su más cercano colaborador, no tuvo buenas expresiones e incluso pretendió quitarle méritos cuando comparó las victorias de Bomboná y Pichincha. En una carta enviada a Santander le comenta sobre ese tema: “(…) Sucre tenía mayor número de tropas que yo y menos el número de enemigos.(…) La victoria de Bombona es mucho más bella que la de Pichincha. La pérdida de ambos ha sido igual y el carácter de los enemigos muy desigual. El general Sucre no sacó más ventajas que yo (…) él se ha cogido la copia de nuestras conquistas”. William Tudor, cónsul de Estados Unidos en Lima, refiriéndose a la relación de Bolívar con La Mar, expresa:
“En ninguna otra instancia ha sido su hipocresía [la de Bolívar] más profunda que en el caso de La Mar. He visto cartas de Bolívar a él, expresándole su más profunda admiración y amistad y como persona indicada para ejercer la Presidencia del Perú […] mientras que ha usado toda su influencia para expulsarlo del Perú […] y lo ha llamado políticamente cobarde”.