Derribar prejuicios económicos es muy rentable. Así lo cree Álvaro Vargas Llosa, acdémico senior del Centro para la Prosperidad Global en Washington, DC, parte del Independent Institute, un think tank estadounidense.
Este ensayista ha querido poner su granito de arena para “tumbar varios mitos”, entre ellos, que la empresa es coto vedado de unos cuantos privilegiados.
Esta es la primera gran lección económica que se puede aprender de los pobres: “La empresa es la única herramienta para combatir la pobreza”. Vargas Llosa ha extraído esta aseveración de varios estudios realizados por un grupo de economistas y analistas internacionales que demuestran cómo la iniciativa privada puede generar prosperidad y desarrollo, incluso en los contextos más hostiles y pauperizados.
De esos estudios, Vargas Llosa seleccionó cinco, en Kenia, Nigeria, Argentina y dos en Perú, y los editó en un libro, Lecciones de los pobres (Espasa). El resultado son cinco historias que no se entienden sin tres palabras: riesgo, sacrificio y esperanza.
“Son lecciones empresariales y morales. El sistema de libre empresa es, antes que un sistema económico, un sistema moral. Quienes lo defendemos hemos hecho un mal trabajo, porque nuestros adversarios y críticos sí han hecho del anticapitalismo una bandera moral, y eso tiene gran fuerza persuasiva entre los jóvenes”.
Volvamos pues a la pizarra, y a esa primera enseñanza: la empresa es la aspiración de los pobres para lograr movilidad o ascenso social, para conseguir independencia y para realizarse. “No es una aspiración de los ricos, sino un anhelo de los pobres”.
El caso nigeriano es muy significativo. El adire, industria del diseño de ropa, emplea hoy a miles de personas en Abekouta, al suroeste de Nigeria. La mayoría son mujeres de escasa educación –muchas, analfabetas–, que han usado su impulso emprendedor para ganarse la vida y crear riqueza donde sólo había miseria.
“En los casos que analizamos no hubo acceso a la financiacion. Todos organizaron sus actividades a partir de un capital semilla que se agenciaron de distinta manera, siempre muy creativa y al margen de los circuitos bancarios. Esto es muy interesante, y es algo que se confirma cuando se estudia la génesis de las grandes compañías capitalistas”.
Segunda lección de los pobres: antes de ser grandes, las empresas tienen que ser pequeñas. Y una vez que son grandes, pueden crear posibilidades de negocio para otras. “Hay una falacia muy extendida: que las compañías de éxito deben su posición al dominio que ejercen sobre los mercados gracias a su tamaño”.
Vargas Llosa (y los pobres que dejaron de serlo) recuerda esa verdad del barquero que asegura que los grandes no siempre fueron poderosos. “Las grandes empresas de EEUU se financiaron en un 70% de los casos a través de las tres ‘efes’, friends, family and fools, es decir, amigos, familia y algún tonto al que convencieron de que su proyecto valía la pena”.
Por tanto –y aquí va otra lección–, el capital es el resultado, y no la condición previa para sacar adelante una iniciativa empresarial. Y una conclusión más: la empresa es una condición humana, no una condición geográfica.
“La idea de que sólo se pueden crear empresas en ciertos países y ciertos entornos, y que otros sólo pueden recibir la riqueza que queramos transferirles es absolutamente perversa. La empresa es una condición humana y está en todas partes. Lo que ocurre es que algunos países la permiten y facilitan más que otros, y algunos la hostigan más que otros”.
Aquilino Flores empezó lavando coches hace 40 años y hoy es el empresario textil más importante de Perú. Su historia, como la de otros, es la un doble heroísmo civil: el que supone crear una empresa desde la extrema miseria, y el de arrancarle a un sistema anti-empresarial espacios empresariales.
La mayor parte de los ejemplos que llegan al Centro para la Prosperidad Global se refieren a personas que lo tenían todo en contra. Vargas Llosa piensa que estas experiencias, que en el libro se detallan exhaustivamente, pueden ayudar a que la gente más preparada de los países ricos redescubra cuál es la génesis de los Estados que ya son prósperos.
Irresponsables
“Mucha gente dirá que ya estoy de nuevo con mis teorías liberales –sonríe–. Pero no se puede dar por sentada la prosperidad y olvidar cómo llegamos a ella. Hay una generación irresponsable que no entiende las claves del sistema que ha heredado y ha dejado de hacer lo que debía hacer, como ahorrar. Si vives de prestado, al final del camino hay una burbuja que estalla”.
A esos irresponsables se les hizo creer que el capitalismo y las democracias liberales eran un sistema de derechos adquiridos. “Es un error educar en la idea del reclamo, que interpreta la crisis como una circunstancia en la que el Estado, o los bancos, o los ricos, te han quitado lo tuyo. Nadie tiene que devolver nada, somos nosotros los que tenemos que volver a crear la riqueza. Y esta es una idea complicada de aceptar porque exige ahorro y sacrificio”.
Pero no hay que dejarse abatir. Vargas Llosa alerta de un riesgo: si el abatimiento aumenta, puede tener una expresión política muy peligrosa. “Cuando una generación siente que los canales de representación de la democracia no le sirven para nada, se siente engañada, desilusionada, y ese es el caldo de cultivo de los fanatismos políticos”.
Salvar o no salvar
Responsabilidad
“Las empresas deben asumir la responsabilidad de sus éxitos, pero también de sus fracasos. No puedes privatizar las ganancias y socializar las pérdidas”.
Perversión
“Si el fracaso de los bancos lo tenemos que pagar entre todos, se pervierte la naturaleza del sistema, se incuba odio hacia el sistema, y se generan peligrosas respuestas populistas”.
Dolor
“Lo que debieron hacer es dejar que quebraran las entidades financieras que tuvieran que quebrar. Es doloroso, pero no se puede pretender salir de la crisis con soluciones indoloras que no sirven y sólo crean problemas adicionales”.
Contra la desesperanza, negocios
Dos ejemplos de superación en Perú. La historia de la familia Flores es la de David frente a Goliat. Aquilino Flores (a la izquierda, los hermanos en una foto de archivo) empezó lavando coches y hoy es el empresario textil más importante de Perú. Sobre estas líneas, la familia Añanos, otro caso de triunfo sobre la adversidad. Su producto, la Kola Real, un refresco semejante a la Coca-Cola, es hoy la primera empresa multinacional de bebibas no alcohólicas de Latinoamérica.