Por Guillermo Arosemena Arosemena
En la semana que terminó, Dmitry Medvedev, presidente de Rusia visitó California para conocer el legendario Valle del Silicio (VDS), el centro tecnológico más famoso del mundo, donde los sueños se han hecho realidad para decenas de miles de emprendedores, que sin tener recursos económicos, solo ideas para satisfacer necesidades latentes, han creado empresas desde hace medio siglo. Sus productos han revolucionado el mundo y en el camino han acumulado fortunas nunca antes vistas. Es el sitio donde jóvenes entre veinte y treinta años se han hecho centimillonarios.
Medvedev se ha quedado impresionado en su visita a numerosas empresas, entre ellas, Cisco System, líder mundial en “plomería” para Internet, que ya tiene operaciones en Rusia. Su presidente ejecutivo, le ofreció invertir un millardo de dólares, además de establecer un fondo de 100 millones de dólares de capital de riesgo para promover el emprendimiento en Rusia. Esta empresa no existía hace 26 años y actualmente es una de las gigantes tecnológicas con 39.000 millones de dólares en sus cuentas bancarias e inversiones líquidas, cantidad de dinero equivalente a 75% del producto interno bruto ecuatoriano.
VDS es único, además de estar en él las matrices de las corporaciones tecnológicas más grandes del planeta, allí se encuentran las principales empresas de capital semilla, el pilar más importante del emprendimiento y la Universidad de Stanford, pionera en parques industriales.
Medvedev quiere desarrollar en su país un centro tecnológico similar al VDS y no tiene complejo alguno en admitir el impresionante adelanto tecnológico de los estadounidenses, así como lo han admitido los últimos mandatarios de China. Uno de ellos viajó especialmente al estado de Seattle, para visitar la matriz de Microsoft.
Los países del Tercer Mundo que quieren el progreso, sus presidentes buscan referentes empresariales para fortalecer las empresas nacionales, visitan las grandes corporaciones líderes en sus áreas, adquieren tecnología y asesoramiento de ellas. América Latina, salvo pocos países, lo consideraría atentado contra la soberanía. Andamos muy mal, por ser acomplejados.