Por Mariano Beldyk
La guerra contra la ley racista de Arizona ya comenzó. Y el grueso de la batalla se libró allí donde toda administración, demócrata o republicana, muestra su flanco más débil: sus arcas. El boicot que México y las ciudades estadounidenses proinmigrantes, como Los Angeles, incentivaron desde mayo pasado contra Arizona ya le costó al Estado 3 mil millones de dólares.
El número surge de cruzar datos oficiales con las estadísticas provistas por la Cámara de Comercio Hispana de Estados Unidos a ambos lados de la frontera, además de un informe privado de la Thunderbird American Graduate School of International Management, focalizando en aquellos sectores donde el bolsillo latino, y particularmente, el mexicano, que representa casi el 90% de la población inmigrante del Estado, tiene mayor incidencia. De acuerdo con las cifras oficiales, el poder de compra de los inmigrantes mexicanos en Arizona ronda los 845 millones de dólares mensuales, el Estado exporta al país fronterizo un promedio de 491 millones de dólares y el turismo mexicano en Arizona gasta un promedio de 133 millones por mes.
Arizona y la población mexicana que esta ley criminaliza, entre otros grupos latinos, comparten un lazo natural a partir de la extensa frontera al sur que linda con los Estados mexicanos de Sonora y Baja California. De hecho, Arizona formó parte del territorio mexicano hasta 1853 y fue el último Estado del bloque continental contiguo en adquirir estatus propio dentro de la Unión, recién en 1912. De ahí que la estrategia del boicot económico haya devenido en pérdidas millonarias para el Estado lo suficientemente fuertes como para ser advertidas por los empresarios locales que piden una solución al conflicto. Pero la obstinación del gobierno republicano de Jan Brewer es de raigambre política y cimentada en los mismos temores de los autores del boicot, las dudas sobre cuánto tiempo más podrá ser viable.
“El boicot ha surtido efecto, pero Arizona también ha perdido a mucha de su población latina fruto del temor y, con ellos, contribuyentes que pagaban impuestos y dinamizaban la economía cotidiana con sus compras diarias. La gran mayoría de ellos, sin embargo, permaneció en Estados Unidos y tarde o temprano volverán, y el Estado seguirá funcionando”, comentó a PERFIL desde Phoenix James García, vocero de la Cámara de Comercio Hispana.
En efecto, el boicot a Arizona está provocando efectos colaterales indeseados, poniendo en riesgo gran número de empleos, incluso de latinos. De acuerdo con el estudio de Thunderbird, las exportaciones a México generan hasta 50 mil puestos de trabajo, hoy en el desfiladero.