Por Danilo Arbilla
Que la Unasur no iba a resolver nada sobre la crisis Colombia-Venezuela no puede sorprender. Se trata de un tema grave. La denuncia de Colombia, como lo ha señalado el Departamento de Estado y como se ha entendido en altos niveles fuera de la comarca, es seria y requiere ser tomada en serio. No es un caso para la Unasur.
Tan para nada fue la convocatoria de los cancilleres que ni el mismo “secretario general”, el inefable Néstor Kirchner, se presentó. Plantó a sus empleadores. Porque, aunque no lo parezca, el secretario general es un funcionario subalterno de los cancilleres.
Se trataba del principal conflicto del continente y él no fue. Y siga el baile. Parece que ningún ministro se percató de ello. Mientras tanto, en la sala de sesiones en la sede permanente de la Unasur en Quito, circularon caricaturas hirientes contra el presidente colombiano Alvaro Uribe. Tampoco ello debe sorprender, ese es el nivel de esta novel organización que hoy preside –pro témpore– el presidente ecuatoriano Rafael Correa y que, seguramente, “garantizará” las elecciones legislativas de Chávez en Venezuela y procurará mediar “imparcialmente” en el diferendo entre Colombia y Chávez. Para este tipo de tarea es que se inventó.
Uno a veces se pregunta: ¿existiría una organización como la Unasur si, por ejemplo, Ricardo Lagos fuera presidente de Chile? Y si existiera, ¿sería el diputado argentino Kirchner su secretario general?
En tanto, ha hecho bien el presidente Alvaro Uribe en llamarle la atención al presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva por sus desubicadas declaraciones relativas a la denuncia colombiana y la reacción de Chávez. Lula con esa conducta de “papá” que asume, que no se sabe quién se la adjudicó y que lamentablemente demasiados se la admiten y se la festejan, refiriéndose a la crisis dijo que pretendía “conversar mucho” con los presidentes Chávez y Santos , ignorando a Uribe, porque entiende “el tiempo es de paz y no de guerra”.
Así como Uribe un día lo paró a Chávez y le dijo que no era varón (hombre) y este, de acuerdo a su estilo, reculó, también le respondió como correspondía al brasileño deplorando que se refiriera a la denuncia colombiana como si fuera un asunto personal “ignorando la amenaza que para Colombia y el continente representa la presencia de los terroristas de las FARC” en Venezuela.
¿Qué cree Lula? ¿Que Uribe inventó las pruebas? ¿No se da cuenta de que no es un problema de Uribe, que no es de un gobierno, sino que es un problema de Estado? ¿Cree que Santos duda del apoyo y asistencia directa e indirecta que Venezuela y Ecuador han dado a las FARC? ¿Piensa Lula que Santos habrá de prestarse a esa suerte de desconocimiento público que ha hecho de Uribe? ¿Cree Lula que Santos va a aceptar la tutoría de Brasil? ¿Cree que se puede abusar de Colombia como lamentablemente lo hace con otros países pequeños como Honduras o Paraguay?
Le puede ir no tan bien con Juan Manuel Santos. Tendrá que tratarlo con respeto. Como se debe. Como debería haber tratado a Uribe. ¿Quién se cree que es Lula? No es el gran Houdini de la política mundial. Quizás Time se equivocó. Quizá no sea tan influyente. La gestión con Turquía y con Irán ni fue tomada en cuenta. Tendría que haberle servido para empezar a ubicarse. Le quedó grande. Aunque pose de humilde y progresista, se le nota la prepotencia y la soberbia. No basta con ser grandes. Que no se olvide de Sudáfrica: se comían a los niños crudos y tuvieron que venirse antes. Y no alcanza con cambiar el técnico; hay que ser respetuoso.
Se trataba del principal conflicto del continente y él no fue. Y siga el baile. Parece que ningún ministro se percató de ello. Mientras tanto, en la sala de sesiones en la sede permanente de la Unasur en Quito, circularon caricaturas hirientes contra el presidente colombiano Alvaro Uribe. Tampoco ello debe sorprender, ese es el nivel de esta novel organización que hoy preside –pro témpore– el presidente ecuatoriano Rafael Correa y que, seguramente, “garantizará” las elecciones legislativas de Chávez en Venezuela y procurará mediar “imparcialmente” en el diferendo entre Colombia y Chávez. Para este tipo de tarea es que se inventó.
Uno a veces se pregunta: ¿existiría una organización como la Unasur si, por ejemplo, Ricardo Lagos fuera presidente de Chile? Y si existiera, ¿sería el diputado argentino Kirchner su secretario general?
En tanto, ha hecho bien el presidente Alvaro Uribe en llamarle la atención al presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva por sus desubicadas declaraciones relativas a la denuncia colombiana y la reacción de Chávez. Lula con esa conducta de “papá” que asume, que no se sabe quién se la adjudicó y que lamentablemente demasiados se la admiten y se la festejan, refiriéndose a la crisis dijo que pretendía “conversar mucho” con los presidentes Chávez y Santos , ignorando a Uribe, porque entiende “el tiempo es de paz y no de guerra”.
Así como Uribe un día lo paró a Chávez y le dijo que no era varón (hombre) y este, de acuerdo a su estilo, reculó, también le respondió como correspondía al brasileño deplorando que se refiriera a la denuncia colombiana como si fuera un asunto personal “ignorando la amenaza que para Colombia y el continente representa la presencia de los terroristas de las FARC” en Venezuela.
¿Qué cree Lula? ¿Que Uribe inventó las pruebas? ¿No se da cuenta de que no es un problema de Uribe, que no es de un gobierno, sino que es un problema de Estado? ¿Cree que Santos duda del apoyo y asistencia directa e indirecta que Venezuela y Ecuador han dado a las FARC? ¿Piensa Lula que Santos habrá de prestarse a esa suerte de desconocimiento público que ha hecho de Uribe? ¿Cree Lula que Santos va a aceptar la tutoría de Brasil? ¿Cree que se puede abusar de Colombia como lamentablemente lo hace con otros países pequeños como Honduras o Paraguay?
Le puede ir no tan bien con Juan Manuel Santos. Tendrá que tratarlo con respeto. Como se debe. Como debería haber tratado a Uribe. ¿Quién se cree que es Lula? No es el gran Houdini de la política mundial. Quizás Time se equivocó. Quizá no sea tan influyente. La gestión con Turquía y con Irán ni fue tomada en cuenta. Tendría que haberle servido para empezar a ubicarse. Le quedó grande. Aunque pose de humilde y progresista, se le nota la prepotencia y la soberbia. No basta con ser grandes. Que no se olvide de Sudáfrica: se comían a los niños crudos y tuvieron que venirse antes. Y no alcanza con cambiar el técnico; hay que ser respetuoso.