Por Guillermo Arosemena Arosemena
(Puede verse también la Parte I de este trabajo)
Desde que Alfaro logró prominencia nacional al dirigir una de las fuerzas revolucionarias contra el dictador Ignacio Veintimilla, tuvo el respaldo de los empresarios, y él supo corresponderles. No sólo fueron guayaquileños, también contribuyeron empresarios de Esmeraldas y Manabí. El pensamiento liberal estuvo en los costeños desde siempre. Ellos lo trajeron de Panamá en 1882 y ayudaron a financiar la campaña contra el dictador. No fue la única ocasión que aportaron económicamente a su revolución, también lo trajeron una década después. Los guayaquileños no se quedaron como financiadores de las revoluciones; también le financiaron numerosos proyectos durante sus dos administraciones, como se conocerá en las entregas posteriores.
En el discurso de Alfaro a la Asamblea Nacional, 1883, después del derrocamiento de Veintimilla, hay numerosos comentarios a favor de los empresarios. En su exposición se nota la preocupación de Alfaro por quienes confiaron en él y entregaron dinero; el Estado tenía que cancelar tales obligaciones:
“Las entradas de Aduana de Manabí fueron gravadas en un setenta y cinco por ciento, para atender a la amortización de los empréstitos que impuse en esa provincia. Para mejorar las condiciones de los prestamistas, dispuse el pago de 10,569.48 cts. por la Tesorería de Guayaquil[…]En atención a la buena voluntad con que hicieron su entero la mayor parte de los prestamistas, es decoroso que decretéis el pago puntual de esas cantidades…”
En su discurso hizo referencia a su relación con Markus Kelly, empresario inglés, quien durante el tiempo que vivió en Ecuador inició algunos negocios, incluyendo la construcción del ferrocarril Guayaquil-Quito. Él le proporcionó armas para su ejército: “El importe de aquellos contratos (armas) asciende a 200,000 pesos, de los cuales se le ha cubierto al señor Kelly 105,106.70 cts., y espero, que ocupareis de este asunto, ordenando el pago del saldo de 94,893.30 cts. Que aún se le adeuda”.
En su exposición, Alfaro mencionó haber firmado un contrato con Kelly y Stanley Nider para construir telégrafos en Manabí y otro con Kelly y su socio ecuatoriano apellido Rendón para el cultivo del henequén y ramié o seda vegetal. También comentó haber dado autorización a Kelly para establecer un Banco en Manabí con carácter de extranjero: “…encontré conveniente acceder a este deseo, no sólo porque se traía así al país nuevos capitales, sino porque con presencia del infame atentado a la corrompida Dictadura, contra el Banco del Ecuador, sería de esperarse que, tanto los extranjeros como los nacionales, se retrajesen, por lo menos en muchos años, de dar sus capitales a la circulación, si no se hace patente la liberalidad del Gobierno para conceder cuantas garantías puedan pretenderse, a fin de probar al mundo civilizado que aquel acto de bandalaje no puede jamás constituir precedente en un país honrado como Ecuador”. Alfaro se refiere al atropello de Veintimilla cuando frente a la negativa del gerente del Banco del Ecuador a entregarle dinero, envió un pelotón que entró a la institución bancaria, rompió la bóveda y se llevó el dinero a la fuerza.
Alfaro tenía muy claro la importancia de honrar los compromisos internos y externos ”Si es equitativo que los gobiernos satisfagan religiosamente los créditos a sus acreedores internos, no lo es menos que salven el buen nombre de la patria, dejando satisfechos también a los acreedores del exterior”.
Como visionario empresario que era, se refiere a la importancia del desarrollo de la industria de las plantas textiles para fabricar sacos para envasar cacao, quina y caucho de exportación. También hace referencia a construcción de caminos y otros proyectos de desarrollo económico.
En su discurso Alfaro aprueba la prensa libre, ordenando una circular en que la prensa tenía libertad para juzgar sus “actos gubernativos”.
Las clases económicamente altas no se limitaron a ayudar con dinero a Alfaro, también participaron en las llamadas Montoneras que los historiadores contemporáneos sostienen fue conformada por la gente de clase pobre y algo de clase media. Esta apreciación es sesgada porque también pron hijos de familias acomodadas, como lo prueba la foto que reproduzco
Entre estos revolucionarios se encuentran los jóvenes Luis Adriano Dillon y Agustín Febres Cordero. El primero además de haber sido posteriormente Ministro en el gabinete de Alfaro, fue gerente fundador del Commercial Bank of Spanish America, antecesor del Lloyd’s Bank y estuvo vinculado a la familia Valdez, dueña del ingenio de azúcar. También tuvo negocios propios. El segundo fue abuelo de León Febres Cordero.
Su cercanía con los empresarios aumentó significativamente, en sus dos administraciones. Para lograr una gran transformación económica, los empresarios serían claves para Alfaro. La cualidad de un buen estadista es saber escuchar y Alfaro supo hacerlo escuchando las recomendaciones de la Cámara de Comercio de Guayaquil, a sus ministros empresarios y a otros que estuvieron dispuestos a hacer sugerencias.