Por Ruth Capriles
En el tercer Foro Económico de Astana, que aspira a ser el Davos de Asia central y fue realizado en Kazajistán este julio pasado, se discutieron las fórmulas para hacer de la empresa privada el motor del crecimiento económico bajo un modelo sostenible. Kazajistán se independizó de la anterior URSS en 1991 y se enrumbó por el camino capitalista. A pesar de ser afectado por la crisis económica, mostró un crecimiento económico de 8% en los primeros 6 meses del 2010, resultado de una política abierta a la inversión extranjera y de varias medidas anticrisis que estabilizaron el sector bancario, fortalecieron la seguridad social de la población, controlaron el presupuesto nacional y eliminaron controles para estimular la agricultura, la industria y la construcción.
Al igual que Venezuela, Kazajistán tiene petróleo, gas, uranio y otros abundantes recursos naturales sobre los cuales está construyendo una economía competitiva que busca la integración regional y el establecimiento de estrechos lazos con Europa. El énfasis en la innovación y la planificación a mediano y largo plazo les permite tener aspiraciones tales como lograr una nueva divisa que remplace al dólar en los intercambios internacionales.
El Foro de Astana presenta así un intento de competir en el sistema capitalista proponiendo nuevas soluciones; por eso su lema ha sido "el crecimiento sostenible en período poscrisis". Puede ser optimista, pero es inspirador.
Todo no es perfecto en ese país donde no hay libertad de expresión ni alternabilidad democrática, lo cual parece estar repercutiendo en altos niveles de corrupción y violación de los derechos humanos. El capitalismo es sólo un paso hacia la igualdad. Para la felicidad de los pueblos, se necesita también la libertad en democracia.
Nuestra desgracia es que tenemos un gobierno comunista y totalitario, tan retrógrado que ha perdido la dorada oportunidad de ser uno de los pocos países del mundo que habría podido evitar o superar prontamente la crisis económica mundial.
