Por Guillermo Arosemena Arosemena
El Expreso de Guayaquil
Nadie se hubiera imaginado que en culturas tan atrasadas como las de los países del Norte de África y Medio Oriente, donde prevalecen costumbres que ya hace 200 años el Occidente las consideraba anacrónicas, sus jóvenes encontrarían un nuevo uso a las tecnologías de información y comunicación (TIC). Mark Zuckerberg, fundador de Facebook; Jack Dorsey de Twitter, y Chad Hurley y Steve Chen de YouTube, jamás se imaginaron que sus inventos se usarían para tumbar gobiernos autocráticos e insensibles a las necesidades de sus pueblos. En efecto, las redes sociales mencionadas nacieron para conectar a las personas con intereses comunes, desde las perspectivas social, profesional y educacional. Pero no para repudiar a tiranos.
A raíz de lo sucedido en Túnez, con un joven vendedor de frutas que se inmoló al estilo budista en la Guerra de Vietnam. En señal de protesta hizo circular por Internet fotos y comentarios de personas torturadas y abusos de funcionarios del Gobierno, y así se inició una revolución que traspasó las fronteras de Túnez, regándose como pólvora en más de cinco países. Esta es considerada la primera revolución a favor de las libertades usando la tecnología. En las calles de las ciudades de Túnez, las paredes se encuentran llenas de la expresión Gracias Facebook.
Cuando los historiadores analicen el impacto de las TIC en la humanidad, las considerarán más importantes que la mayoría de los inventos de los últimos siglos. Habiendo nacido Internet en Darpa, institución del Pentágono, para que las Fuerzas Armadas estadounidenses pudieran comunicarse reservadamente, el espíritu de libertad y emprendimiento encontró numerosas aplicaciones, como está sucediendo desde 1995 cuando se inventó Netscape, el primer navegador, abriéndose Internet a todo el mundo. Desde esa fecha a la actualidad, los avances en computación, conectividad, y comunicación han sido impresionantes; los expertos sostienen que lo que se ha visto es insignificante versus lo que se verá en las próximas décadas. Con una computadora o un teléfono celular se puede hacer casi de todo: consultas clínicas, compras, negocios, lectura de libros, inversión, etc.