Por Cal Thomas
En el antiguo Oeste de los EE.UU., los gobiernos federales y estatales a menudo ponían un precio a las cabezas de notorios bandidos como Billy the Kid, Jesse James, Sam Bass, Belle Star y Butch Cassidy y el Sundance Kid.
Hoy, nuestro gobierno no es tan selectivo. Ellos quieren ponerle precio a las cabezas de todos los estadounidenses. No porque hayan robado un tren, sino por una razón distinta que pudiera llevarnos a un mal desenlace.
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