Por Enrique Szewach
Perfil
Cuando yo era adolescente, ayer nomás, los sábados por la tarde, algún canal de la televisión argentina transmitía, “vía satélite”, los partidos de la liga inglesa de fútbol. En ese entonces, era una extravagancia reducida a un pequeño número de fanáticos del deporte, dentro del que me encuentro (paradójicamente, o no tanto, por ser un “tronco” para practicar cualquiera de ellos). Hoy, gracias a la tecnología de las comunicaciones y al acceso a la misma de cada vez mayor cantidad de gente, en cualquier charla de café de Buenos Aires, un grupo de amigos está comentando los entretelones del último Barça-Real, los dramáticos finales de la NBA, los problemas de Tiger, la declinación de Federer o los shows de entretiempo del Super Bowl, sin la misma pasión que rodea cualquier enfrentamiento futbolístico local, quizás, pero con la misma intensidad y nivel de información.