Por Brian Stelter y Noam Cohen
The New York Times - La Nación
NUEVA YORK.- WikiLeaks, el sitio que reveló millones de secretos de la diplomacia norteamericana durante el último año, intentó elegir con cuidado a sus medios de comunicación aliados. Pero a esta altura el sitio juega un papel periodístico tan importante que muchos de los secretos ya escapan de su control.
El último anuncio de WikiLeaks, archivos relacionados con los detenidos en la cárcel de Guantánamo, tuvo lugar el domingo. Para revelarlos, el sitio se asoció con ocho organizaciones de noticias, incluidas The Washington Post y The Daily Telegraph, de Londres. Pero el anuncio "oficial" debió ser adelantado, ya que WikiLeaks se enteró de que dos medios que antes colaboraban con el sitio pero que en esta oportunidad fueron dejados afuera -The New York Times y The Guardian- estaban preparando sus propios informes sobre Guantánamo, ya que habían obtenido la información por otros canales.
El resultado fue una loca carrera por ser el primero en subir a la Web secretos que, para empezar, jamás se habrían filtrado tan rápidamente si WikiLeaks no hubiese tenido los documentos. Para el periodismo, implicó un reajuste de las relaciones tradicionales entre competidores y fuentes de información. Y para WikiLeaks, fue una lección de lo difícil que es preservar la cobertura de una noticia exclusiva sin sacudones.
En su primera colaboración relevante con los diarios, en julio pasado, WikiLeaks brindó a los diarios británicos The Times y The Guardian, y al alemán Der Spiegel, acceso exclusivo a un archivo de documentos secretos sobre Afganistán. Ahora, con la liberación de 250.000 cables diplomáticos de Estados Unidos, WikiLeaks dice que tiene más de 50 socios en diferentes países, en su mayoría diarios, desde el Daily Taraf de Turquía hasta The Hindu, en la India. Algunos de esos periódicos describen su relación con WikiLeaks como un contrato.
La intención de WikiLeaks siempre ha sido maximizar el impacto de sus revelaciones, pero su estrategia mediática cambió desde sus comienzos, en 2007, cuando tenía la idea de que si subía documentos importantes a su sitio web los periodistas informarían gustosamente lo publicado por el sitio. Desde entonces, aprendió el valor que tiene una "exclusiva" para los periodistas y se asoció con publicaciones que imponen un embargo colectivo sobre el momento en que el material puede ser publicado, a cambio de tener acceso privilegiado a éste.
En su cuenta de Twitter, WikiLeaks deja entrever que no tiene importancia que haya perdido control de sus secretos y asegura que la organización está complacida de que sus ex socios periodísticos, "con su peso, hayan potenciado el impacto" de las revelaciones.
Campaña potenciada
Yochai Benkler, codirector del Centro Berkman de Internet y Sociedad de la Universidad de Harvard, dijo que pensaba que la campaña en contra del secreto de Estado de WikiLeaks "no se vio socavada, sino potenciada, por la intensa competencia periodística por publicar los documentos". Los archivos de Guantánamo, dijo, confirmaron lo que las entregas anteriores sólo dejaban entrever: que "el futuro del cuarto poder será una combinación de plataformas convencionales y otras online , que cooperarán y competirán, de manera productiva pero conflictiva".
En un ensayo publicado este mes en la revista británica New Statesman , el fundador de WikiLeaks, Julian Assange, explicó sus razones.
Aunque inscribió a WikiLeaks dentro de la "firme tradición de aquellos editores extremos que querían exponer los secretos gubernamentales a los ojos de la opinión pública", agregó que "por pragmatismo político habían decidido colaborar con algunos de los grupos de medios más grandes".
Si bien esta estrategia tuvo ventajas para la difusión de la información, WikiLeaks fue criticado por permitir que sólo unas pocas organizaciones tengan acceso a los cables, dijo Greg Mitchell, que en un blog de The Nation publicó "La Era de WikiLeaks". "Ahora la información esta suelta y otros la están atrapando", añadió.
GUANTÁNAMO: LONDRES PRESIONA A OBAMA
LONDRES (ANSA).- El gobierno de Londres aprovechará la próxima visita de Estado del presidente norteamericano, Barack Obama, a Gran Bretaña para pedir la liberación de los últimos presos británicos todavía detenidos en la cárcel de Guantánamo. El ministro de Asuntos Exteriores británico, William Hague, tiene previsto hablar sobre el tema con su par estadounidense, Hillary Clinton, cuando la funcionaria acompañe a Obama a Londres el mes que viene. Se abordará principalmente el caso de Shaker Aamer, que pasó nueve años preso a pesar de no haber sido acusado nunca de cargos específicos.
Traducción de Jaime Arrambide