Por Alfredo Michelena
Lo que empezó con la revolución jazmín en Túnez y se expandió como si fuera una tormenta de libertad por el mundo árabe se ha ido complicando.
Hace poco Aníbal Romero nos advertía sobre el “fantasma de Hegel” en el sentido de ver todo cambio histórico como dirigido a la consecución de la libertad, pues la razón se impone sobre la historia. Y en este caso es claro que no necesariamente las revoluciones nos llevan hacia ese anhelo humano- al menos occidental. Los venezolanos deberíamos saber esto, por nuestra triste experiencia. Pero a veces no se aprende ni en cabeza propia.
Resulta que cuando uno se interna en los intríngulis del caso árabe la cosa no es tan clara. Comienzan a verse aristas preocupantes.
Esta “lucha por la libertad” se ha transformado en una lucha por el poder entre facciones religiosas en el mundo árabe. En especial entre sunitas y shiitas. Lo grave es que a esta división religiosa hay que agregarle un importante sesgo político: mientras Egipto y Arabia Saudita son árabes y sunitas, Irán es persa y shiíta y ellos compiten por el control del mundo islámico en esta parte del planeta.
Recientemente el periódico kuwaití Al-Seyassah informó de que Teherán está reclutando y entrenando a los shiítas de los países del Golfo, como Arabia Saudita, Kuwait y Bahrein, que se oponen a esos gobiernos sunitas. Irán trataría con esto de empujar su facción shiita para conquistar el poder y así aumentar su control sobre ese mundo. Mundo que está regido por la facción sunita con Arabia Saudita a la cabeza. Arabia Saudita está mostrando creciente preocupación por evitar que esto deje de ser así. Los saudíes han tenido que desplegar sus tropas en Bahrein para evitar el derrocamiento del régimen sunita de ese país.
Pero el periódico kuwaití no se queda allí sino que señala que en Venezuela, en la frontera con Colombia, hay campos de entrenamiento a cargo de la Guardia Revolucionaria iraní en cooperación con Hezbolá y Hamas, donde “ enseñan a fabricar bombas, llevar a cabo asesinatos, secuestro de personas y su transporte a otros lugares". Además de que vincula esto con las FARC, organización que apoya abiertamente al gobierno iraní. Lo grave es que, la experiencia con los campamentos de las FARC en la frontera y la continua expresión de apoyo incondicional a la revolución iraní por parte del caudillo criollo, permiten pensar que estas denuncias pudieran tener bases ciertas. Entonces la revolución árabe habría llegado a Venezuela pero no buscando la libertad.