Por Mario Vargas LLosa
El País, Madrid
Yo creo que Jorge Semprún vivió no como testigo sino como protagonista los grandes tumultos históricos del siglo XX... Acometió la lucha contra el fascismo, fue un militante de la Resistencia y vivió la experiencia atroz de los campos de concentración de los que salvó de milagro. Luego vivió la ilusión comunista y las grandes facturas del comunismo cuando se rebelaron los campos de concentración, el gulag... Participó después del intento de la experiencia eurocomunista y fue purgado por el comunismo estalinista. Pero no se desilusionó. Siguió siendo un militante luchando por una democracia de izquierdas con la que se comprometió.
Fue también un gran escritor comprometido cuyos libros son un testimonio vivo con el que ingresó en las polémicas contemporáneas. Como Albert Camus, la suya fue una literatura llena de una gran preocupación moral. Fue un magnífico escritor, gran ensayista, muy amigo de sus amigos, un hombre servicial y sin fronteras, un europeo con una visión transnacional y generosa. La muerte de Semprún es una perdida que vamos a sentir mucho todos, los españoles, los franceses, la Europa en la que creyó; era una rareza, su ejemplo y su obra van a quedar. Éramos muy buenos amigos. Todos los que lo conocimos sentimos un gran vacío con esta muerte.