Por Guillermo Arosemena
Me refiero a aquellos que han escrito sobre la historia ecuatoriana sin usar fuentes primarias, basados en lo que narraron otros, décadas después de haber transcurrido el episodio en estudio. Sus obras están llenas de inexactitudes, los hechos han sido interpretados de acuerdo a la ideología y creencias del autor, no a lo que realmente sucedió. Estas contradicciones históricas existen desde la Independencia de Guayaquil.
En el 2009 estuve en Ciudad Alfaro y tuve la oportunidad de ver el trabajo que se comenzaba a hacer para albergar documentos y fotos relacionadas con Eloy Alfaro. En diferentes lugares hay mensajes en las paredes relativos a este personaje sacados de nuestros libros de historia. En estos se puede interpretar que quienes pelaron junto al Alfaro fueron gente del pueblo. Almorzando con una autoridad de Ciudad Alfaro, le hice referencia a una foto que estaba en exhibición, en la que se encontraban jóvenes soldados que habían acompañado a Alfaro en su enfrentamiento con Veintimilla en las montañas de Manabí. Señalando a uno de ellos, le mencioné que era el abuelo de León Febres Cordero y a otro, Luis Adriano Dillon, padre de los Dillon Valdez, de la familia propietaria del Ingenio Valdez. Recuerdo claramente que sorprendida me expresó: “Habrá que escribir una nueva historia”. Efectivamente hay que hacerlo. No se puede seguir escribiendo sobre verdades a medias.
Un ejemplo de inexactitudes históricas es el tema de la Independencia de Ecuador y quienes participaron en ella. Se encuentra circulando por Internet un pasquín titulado Batalla de Pichincha, lleno de ofensas contra Guayaquil y quienes pelearon ayudando a la Independencia de Ecuador. Su autor demuestra ignorancia supina o mala fe. Me he enterado que es lojano y vive en Guayaquil. Ese sujeto me recuerda a un ecuatoriano que habita y trabaja en Estados Unidos; después de cada publicación en mi columna en Expreso me enviaba emails expresándose en los peores términos del país que le abrió las puertas y le dio la oportunidad de vivir dignamente. Cansado de sus diatribas le contesté que si odiaba tanto a Estados Unidos por qué seguía lucrando de ese país, que debía regresar y trabajar aquí. No volvió a enviarme emails.
Esto escribe el supuesto historiador que nos ocupa: “En un libro heréjico publicado por el Municipio de Guayaquil se proclamó que los mandamases de Guayaquil habían financiado hasta la independencia del Perú y de América. Son delirios de gente de extrema derecha, que quiere hacer quedar bien a la oligarquía guayaquileña, inventándole glorias que no tiene. …. Cuando llegó Sucre a Guayaquil, con 700 soldados, dice Luis Andrade Reimbers (en su ensayo lo que Sucre hizo por Ecuador), que la oligarquía guayaquileña le negó su apoyo…Tampoco Julio Estrada Ycaza pudo hablar de ningún apoyo del patriciado de Guayaquil para esta causa. Lo que si cuenta, en cambio, Pérez Pimentel, es que se extorsionó a los comerciantes españoles y a estos se les obligó a entregar aportes económicos. No hay dato alguno referido a alguna contribución de los oligarcas de Guayaquil. Ni Destruge, ni Estrada, ni Pérez Pimentel dicen nada sobre esto. Si existiera una prueba de ello, lo seguro es que tal documento sería publicitado a los cuatro vientos. Pero no hay ni hubo nada…Con motivo de la independencia de Guayaquil, que fue conseguida, sin batalla alguna, por soldados extranjeros disidentes del ejército español (incluso Oswaldo Hurtado lo dice en EL PODER POLITICO EN ECUADOR: “El 9 de Octubre es obra de soldados del ejército español que abrazan la causa de la independencia”. A ellos y a Febres Cordero se los quiere convertir ahora en “segundones” de Olmedo y compañía) se organizó LA DIVISIÓN PROTECTORA DE QUITO, que tuvo efímera existencia…según cuenta el muy respetable historiador guayaquileño Julio Estrada Ycaza. Ellos no tuvieron nada que ver con esta decisión estratégica de carácter militar”
En el 2009, como consecuencia de un congreso de historia patrocinado por el Banco Central y FLACSO de Quito en el que presenté una ponencia sobre la economía en tiempos de la Independencia, me propuse reescribir ciertos episodios de la historia ecuatoriana; mis investigaciones las fui publicando semanalmente en este diario virtual. Para poder conocer lo que sucedió en esos años, durante cerca de dos años, busqué en bibliotecas y archivos históricos de Inglaterra, España, Estados Unidos, México, Colombia y Ecuador, lo que se había publicado entre 1810 y 1840. Mi esfuerzo rindió grandes beneficios intelectuales. Logré adquirir aproximadamente cincuenta libros de actores de la Independencia ecuatoriana o extranjeros que habían vivido en aquella época en Ecuador, incluyendo más de un centenar de cartas e informes. Gran parte de lo que investigué no se encuentra en nuestros libros de historia.
Lo sorprendente de quienes minimizan la importancia de Guayaquil en la Independencia de Ecuador es que hay evidencias documentales abrumadoras que les prueban lo contrario. Existen valores y cantidades. A estas últimas estoy valorizando para estimar el monto de la contribución y posteriormente escribir un ensayo. Hasta la fecha, estimo que los guayaquileños aportaron más de dos millones de pesos a la Independencia de Ecuador y Perú. Esta cifra es significativa, si se toma como referencia el presupuesto del Estado ecuatoriano de 1830 de 716,385 pesos. Equivale aproximadamente a 300% de este último. Para traer estas cifras a valor presente, si el presupuesto del Estado en la actualidad es aproximadamente 15,000 millones de dólares, el aporte guayaquileño sería de 45,000 millones de dólares.
En las próximas semanas transcribiré textualmente palabras de los actores de la Independencia describiendo la contribución económica y en recursos humanos que hizo Guayaquil, y el apoyo que recibió Sucre.