Por Guillermo Arosemena
(Parte I)
Para las primeras décadas del siglo XIX, Guayaquil se había convertido en la ciudad más próspera de la Audiencia de Quito y la que más exportaba. En ella se encontraban los empresarios más ricos e importantes. Atrás había quedado el esplendor de las ciudades serranas que vivían una devastadora depresión económica desde fines del siglo XVIII. En 1790, Juan Antonio Mon y Velarde, Visitador, envió un informe al Rey sobre el deplorable estado de las ciudades de la región andina, especialmente de Quito. En su extenso informe menciona que habiendo sido esa ciudad una de las más ricas de América “…se ve hoy llena de ruinas que causan error verlas, dando un espantoso testimonio de su pasada opulencia…”. Se refiere a que los pocos negocios que hay “...caminan a su decadencia…”Agrega: “…en el curso de doce años no se ha fomentado ningún nuevo ramo de industrias…los trapiches se han disipado, los ganados perecidos por las pestes…” Si así eran las precarias condiciones económicas de Quito y demás ciudades de la sierra, era evidente que el principal aporte económico para financiar las guerras de la Independencia tendría que provenir de Guayaquil, como efectivamente sucedió. Los fanáticos de Bolívar se olvidan las duras expresiones de él contra los quiteños, por no ayudarlo financieramente como sí lo hacían los guayaquileños.
Los guayaquileños financiaron la liberación de Ecuador a través de tres fuentes de recursos: préstamos voluntarios en efectivo y bienes, contribuciones y aranceles de aduana. Los guayaquileños importaban aproximadamente 80% del total de las importaciones por Guayaquil. El aporte de los guayaquileños fue en millones de pesos, como se conocerá más adelante. Antes de entrar a comprobar documentadamente el aporte de Guayaquil, en recursos económicos y gente, es importante establecer ciertas fechas y eventos. Entre el 9 de octubre de 1820 y 24 de mayo de 1822, José Joaquín de Olmedo, como Jefe del Gobierno de la Provincia de Guayaquil, tuvo un rol fundamental en recabar los fondos para financiar la Independencia de Ecuador; además participó activamente en la planificación, organización y coordinación de la estrategia militar. Él presidió reuniones con sus generales, asesores militares que llegaron de Colombia y Perú, y finalmente con Sucre cuando llegó de Colombia el 30 de abril de 1821, acompañado de su tropa, acampando en Guayaquil por meses; así prepararon las rutas de ataque a ciudades de la sierra teniendo como destino final Quito.
Olmedo tuvo que encontrar el dinero para pagar sueldos, alimentación y vestuario, durante meses, a más de 3000 soldados entre los de Guayaquil, llegados de Perú y los traídos por Sucre. Además de construir tres naves para traer las tropas colombianas y financiar el viaje de ida y vuelta; también contribuir en la compra de implementos militares. Esta información se encuentra en la carta de Olmedo a San Martín, fechada 14 de abril de 1821:
“Entre tanto y mientras el invierno nos favorece nuestros esfuerzos se multiplican. La fuerza actual que sostenemos entre infantería, artillería y marina llega a 1.700 hombres; la infantería, cuya organización y disciplina aumenta incesantemente llega a cerca de 1.200 hombres. El costo de su equipo, sus sueldos, el de los empleados públicos, que todos como los militares están a 2/3 de paga, ascienden a más de 40.000 pesos mensuales, cantidad que no guarda regularidad alguna con los recursos; mucho menos en el día en que está muy reducido el giro por mar y tierra. A pesar de todo el gobierno colocado en medio de los dos grandes ejércitos de la América meridional, se ha propuesto no perdonar medio alguno para auxiliar con cuanto lo permitan las fuerzas de este pueblo ambos ejércitos, […] Así es que en el término de tres meses un pueblo de pocos recursos y con el comercio paralizado que ha visto caer sobre sí dos empréstitos de 40.000 pesos cada uno para cubrir el déficit de los gastos mensuales, ha visto también vuelto a embolsar el primero por la inversion de los billetes de pago en descuento de derechos, ve la fuerza armada en buen pie, concluidas las goletas para V. E. y lo que es más aun salir de su puerto una expedicion de buques con el repuesto de víveres y cuanto necesita, cuyo costo no baja de 40.000 pesos, sin que se haya hecho sentir en la opinión general el peso de estas medidas en medio de la penuria en que nos hallamos. V.E. puede contar ya con las dos goletas que solo esperan sus aparejos, con los botes ya construidos, con las balsas que solicita, con que nos esforzaremos para la construcción de los nuevamente pedidos por V.E[… ] pero para la conducción de estos, como para la de los demás objetos sería indispensable viniese un buque de guerra, que ninguno lo podrá verificar mejor que la fragata que por expreso hemos pedido a V. E. para que pase a las costas del Chocó a proteger el convoy. Mañana empiezan a salir los buques que han de conducir los l.500 hombres a estas costas: constan de una fragata y 4 bergantines que son los únicos de que hemos podido echar mano. ¡Ojala su vuelta sea tan a tiempo como desearnos para que llegando a mediados de Mayo, época en que ya han terminado las aguas, nos pongan no solo a cubierto del enemigo, sino en disposición de empezar la campaña con esperan de terminarla felizmente!”
Contrario a lo que sostienen ciertos “historiadores”, esta carta revela que Olmedo tenía su propio ejército para liberar a Ecuador, que los guayaquileños financiaron la construcción de las naves que traerían los soldados de Bolívar a Guayaquil bajo el mando de Sucre y que Olmedo se preocupaba del mínimo detalle como solicitar a San Martín enviar un barco de guerra para proteger a los soldados de Bolívar en el trayecto Chocó a Guayaquil (Península de Santa Elena). También esos “historiadores” escriben falsedades cuando afirman que Olmedo no participó en las estrategias militares. Días después Olmedo envía otra carta a San Martín, concretamente el 29 de abril:
“Igualmente propusimos a V.E. por si lo creyese conveniente el plan de hacer mover a Piura una división que obrando por Loja amenace a Cuenca con el fin de llamar la atención del enemigo por aquella parte y dividir su fuerza; mientras las tropas de Colombia y de esta provincia marchaban directamente contra Quito”
Esta carta claramente revela a Olmedo como estratega militar, él quería asegurarse del triunfo de Sucre en su marcha desde Guayaquil a Quito y propone un plan a San Martín: distraer a los soldados realistas para evitar que ellos enfrentaran a Sucre con tropas guayaquileñas y colombianas en ruta a Quito.
La próxima semana transcribiré cartas entre Olmedo y Sucre en las que se ratifica el apoyo dado a este último, muestran relaciones cordiales entre los dos personajes, además de verse que Olmedo no siempre estuvo de acuerdo con todas las decisiones tomadas por Sucre y se lo manifestó, logrando que cambiara de pensar, en más de una ocasión.
La correspondencia que uso para desmentir la manipulación histórica fue adquirida en la Biblioteca Lilly de la Universidad de Indiana, donde además hay abundantes documentos originales de la historia de Ecuador.