
Por Alberto Benegas Lynch (h)
Diario de América
De entrada digo que, en rigor, no hay tal cosa como la “guerra contra el terrorismo” (como ha decretado el gobierno de G.W. Bush que promovió la peligrosa figura de la “invasión preventiva” y consolidó la patraña de Irak) puesto que como indica el hoy candidato presidencial Ron Paul “no se puede hacer una guerra contra un método”, del mismo modo que Milton Friedman escribió que no tiene sentido hablar de la “guerra contra las drogas” de la misma manera que “no se entabla una guerra contra la aspirina” (es imposible imaginarse un bando constituido por aspirinas y equivalentes). Las guerras se libran contra personas o grupos de personas reunidas en países o regiones pero no contra cosas o contra estrategias (por más repulsivas que resulten). En el caso que nos ocupa, es una guerra contra terroristas criminales cuyos resultados más positivos han sido las operaciones comando con propósitos muy específicos fruto de buena inteligencia y no de desplegar decenas y decenas de miles de soldados en acciones bélicas contraproducentes que conducen a fiascos superlativos. Y otra cuestión terminológica en este contexto que hace al buen uso del idioma: aludir a los “derechos humanos” constituye un grosero pleonasmo puesto que los minerales, los vegetales y los animales no son sujetos de derecho (ni agentes morales, por ello no responsables ante los tribunales de justicia).