Por Marcos Cáceres Amarilla
Es durante el agobiante verano que uno se da cuenta de por qué muchos dirigentes políticos se arrancan los ojos entre ellos y son capaces de cualquier cosa por un cargo de parlamentario. Mientras la mayoría de los ciudadanos comunes continúa trabajando normalmente, esperando con ansias sus 15 o, en el mejor de los casos, 30 días de vacaciones, ellos hace rato (desde el 21 de diciembre) que están de feria y lo estarán hasta el 2 de marzo del año que viene. ¿Quién no querría tener un trabajo tan “sacrificado” y encima declararse “representante del pueblo”.
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