Días atrás falleció Albert Hirschman a los 97 años, uno de los más grandes economistas del siglo XX. Fue profesor universitario las últimas cuatro décadas de su vida, murió cuando enseñaba en el Instituto de Estudios Avanzados (IEA), en Princeton, donde queda la famosa Universidad de Princeton. El IEA es uno de los centros más importantes del mundo en investigación teórica y estudios intelectuales, existe para apoyar a la investigación de las ciencias. Uno de los fundadores y colaborador hasta su muerte a los 76 años, fue Albert Einstein.
Peter Drucker, padre de la administración de empresas, vivió hasta los 96 años y hasta sus últimos días enseñó en la Universidad de Claremont y fue consultor de las corporaciones más grandes del mundo. Paul Samuelson y Milton Friedman, ganadores del premio Nobel en Economía, fallecieron de 94 y 96 años respectivamente. El primero fue profesor en el Massachusetts Institute of Technology hasta su muerte. Y el segundo, profesor en la Universidad de Chicago y posteriormente en Hoover Institute.
John K. Galbraith murió a los 97 y dictó su cátedra en la Universidad de Harvard hasta poco antes de fallecer. El cargo de docente emérito lo recibe el profesor con décadas de experiencia. Edwin Kemmerer fue contratado por el Gobierno ecuatoriano en 1926 para reordenar la moneda y economía de Ecuador, posteriormente fue promovido a maestro emérito de Finanzas Internacionales en la Universidad de Princeton. Murió a los 70 años. Si hubiera vivido más tiempo seguramente habría seguido los pasos de los docentes mencionados anteriormente. En el 2008, la facultad de posgrado de la HBS en la Universidad de Harvard cumplió un siglo de establecida. Como exalumno recibí dos DVD de los eventos conmemorativos. Warren McFarlan, uno de los conferencistas, fue mi profesor; actualmente tiene 77 años y continúa dando clases.
Hago estos comentarios porque en la nueva ley de educación, 70 años es la edad para jubilarse. A criterio de los "sabios" de la planificación central, hay que deshacerse de profesores experimentados, para ser remplazados por jóvenes profesionales. Muy lamentable.