Por Oscar Ortiz Antelo
El Deber, Santa Cruz
Hoy termina el pontificado del santo padre Benedicto XVI. Su renuncia es un gesto de humildad, desprendimiento y responsabilidad con el futuro de la Iglesia católica. Al mismo tiempo que ha conmocionado al mundo, por lo inédito, nos da un ejemplo de desapego del poder, que lo enaltece. Sienta un precedente muy importante para la historia del catolicismo.
Si el santo padre siente que sus fuerzas físicas ya no le permiten atender adecuadamente sus altísimas responsabilidades, las actividades pastorales que debe realizar, con desplazamientos continuos por el mundo entero, y si ve, seguramente angustiado, que disminuyen sus condiciones para ejercer el Ministerio papal, frente a los desafíos y exigencias de la sociedad, ¿por qué no tendría el derecho de generar una transición mientras se encuentra en la plenitud de sus facultades, aunque sintiendo el deterioro natural que causa el envejecimiento?
Tampoco esto debiera ser una regla, pues la santidad, la práctica heroica de las virtudes cristianas, el amor a Cristo y el servicio a la Iglesia tienen distintas formas de expresarse, según las circunstancias y las personas. El sufrimiento por las enfermedades del beato Juan Pablo II, llevado hasta la muerte, como el retiro y el encierro voluntario que ha decidido Benedicto XVI, son distintas formas de expresar el amor a Dios.
Esencialmente un teólogo, el legado de Benedicto XVI es enorme. En décadas de mucha confusión y amenazas para la Iglesia, como cardenal y como papa, supo preservar los principios y valores fundamentales de la doctrina católica. Reconocido como uno de los mayores intelectuales del mundo actual, admirado incluso por no creyentes, nos deja numerosas obras que iluminarán a los fieles por mucho tiempo. Sus tres encíclicas, Dios es amor, Salvados por la esperanza y Caridad en la verdad, así como los tres libros sobre la Vida de Jesús de Nazaret, son algunas de las más recientes aportaciones.
Que Dios bendiga al papa Benedicto XVI e ilumine a los cardenales para que elijan un papa santo que guie a los fieles y al mundo con la luz del Evangelio
El autor fue presidente del Senado de Bolivia.