Desde Marx y Lenin hasta nuestros días, los defensores de las dictaduras colectivistas han utilizado la diatriba para acallar a quienes han osado contradecirlos. “Gusanos”, “traidores”, “cerdos capitalistas”, “mercenarios”, “lacayos del imperio”, “burgueses”, “antirevolucionarios”, “explotadores”, “perros”, “prostitutas” son algunos de los frecuentes calificativos usado por estas personas que dicen luchar por un mundo más humano y más civil, ¡Vaya ironía! Por supuesto rebatir argumentos de intelectuales de la talla de Popper, Mises o Hayek es una tarea titánica… más fácil es recurrir al insulto y la descalificación. Por supuesto, el insulto no es la única herramienta de amedrentamiento utilizada por estos “defensores de un mundo mejor”; también recurren a la amenaza, el maltrato físico, el encarcelamiento, la tortura y la muerte. Ahí está de ejemplo la dictadura castrista, con sus miles de muertos y desaparecidos, con un pueblo que esta hace poco no podía siquiera salir del país sin autorización del partido comunista.
Pero a pesar de más de medio siglo de yugo y dominio absoluto por parte de la dictadura, existen personas valientes que se atreven a levantar la voz, incluso a riesgo de sus propias vidas. Un ejemplo es Yoani Sánchez, quien a través de su blog Generación Y ha mostrado al mundo el diario vivir de los cubanos. Algo notable en sus escritos es que están llenos de esperanza de mejores días para el pueblo cubano, pero no demuestran odios ni rencores contra la dictadura, odio que por cierto tendría todo el derecho a tener, por ser una de sus víctimas.
En su reciente viaje a Brasil, Yoani fue recibida por los defensores de la dictadura cubana que una vez más mostraron su intolerancia y su incivilidad, lanzando improperios y utilizando la violencia. Su respuesta fue: “"Nací en un país donde no se puede cuestionar a un hombre, por eso me gusta que se pueda cuestionar a todos, incluso a mí". Yoani no solo es un ejemplo de valentía, sino también de tolerancia y perdón.