Por Gustavo Suárez Pertierra
El País, Madrid
Hemos avanzado bastante. No hace aún mucho tiempo, al utilizar esta expresión que no tiene traducción al español (literalmente, tanque de pensamiento), era necesario aclarar su significado. Hoy se sabe más o menos que el empleo de esta locución inglesa alude a centros de pensamiento, instrumentos al servicio de la sociedad para generar conocimiento en diversas materias o, incluso, si queremos decirlo de manera supuestamente más culta, a los llamados laboratorios de ideas o gabinetes de estrategia. Los think tanks son, en efecto, instrumentos de la sociedad. Seguramente uno de los mejores indicadores de madurez del tejido social —la llamada sociedad civil— es el conjunto de capacidades de conocimiento que puede aportar. Este potencial de saberes, que luego se convertirán en concreciones de diverso orden a través de mecanismos de difusión e influencia, será el que permita a las sociedades enfrentar los problemas derivados de la aparición de nuevos fenómenos y reaccionar implementando las soluciones que se requieran.