Por Andrés Oppenheimer
El gobernante de Cuba, general Raúl Castro, celebró el viernes el 60 aniversario del ataque guerrillero al cuartel Moncada que dio inicio a la revolución cubana, pero ese acontecimiento también podría ser recordado como el principio de las seis décadas que marcaron el mayor fiasco político y económico de Latinoamérica.
Es cierto que muchos de nosotros —especialmente los que no nacimos en la isla— hace muchos años vimos a la “revolución cubana” con cierta dosis de admiración romántica. Pero aún si se deja de lado el hecho de que los revolucionarios cubanos derrocaron a una dictadura para instalar a otra, las estadísticas de las últimas seis décadas revelan una historia de miles de muertes sin sentido, una emigración masiva que dividió a casi todas las familias cubanas, y un colapso económico como pocos en el mundo.
En 1958, el año antes de que el líder guerrillero Fidel Castro tomara el poder, Cuba tenía un ingreso per cápita de alrededor de $356 anuales, el tercero o cuarto de Latinoamérica según la medición que se use, señala el economista de la Universidad de Pittsburg y autor del reciente libro "Cuba en la era de Raúl Castro", Carmelo Mesa Lago, uno de los más reconocidos expertos internacionales en la economía cubana.
En comparación, Costa Rica era más pobre que Cuba, y países asiáticos como Corea del Sur eran muchísimo más pobres, con un ingreso per cápita inferior a $100 anuales.
Fíjense como han cambiado las cosas desde entonces:
Según estadísticas del Banco Mundial, Corea del Sur —que abrió las puertas a la inversión extranjera masivamente desde principios de la década de 1960— tiene hoy un ingreso per cápita anual de $22,600, Costa Rica de $9,400 anuales, y Cuba de $5,400. Y según varios estudios de Mesa Lago, la cifra de Cuba está inflada por las manipulaciones estadísticas del gobierno de la isla.
Corea del Sur tiene hoy 276 autos por cada 1,000 personas, Costa Rica 135 y Cuba tan sólo 21, según el Banco Mundial.
En Corea del Sur, el 37 por ciento de la población tiene acceso a internet de banda ancha, comparado con el 9 por ciento en Costa Rica, y sólo el 4 por ciento en Cuba, dice el Banco Mundial.
Mientras Corea del Sur se ha convertido en un centro industrial mundial —sus productos electrónicos Samsung y sus autos Hyundai se venden en todas partes—, y Costa Rica ha atraído fábricas de alta tecnología como Intel, Cuba se ha convertido en un desierto industrial.
La isla ni siquiera ha podido seguir produciendo azúcar o cigarros a los niveles de 1958. Según cifras oficiales citadas por Mesa Lago, la producción de azúcar de Cuba cayó de 859 toneladas a 106 toneladas por cada 1,000 personas en las últimas seis décadas, y la producción de cigarros cubanos cayó de 92,000 cigarros por cada 1,000 personas a 26,000 en el mismo período.
Hasta hace muy poco, los cubanos solían bromear diciendo que los tres mayores logros de la revolución eran la salud, la educación y la dignidad nacional, mientras que los tres mayores fracasos de la revolución eran el desayuno, el almuerzo y la cena.
Pero hoy, hasta la salud y la educación en Cuba han decaído y la dignidad nacional es cuestionable desde que el país se convirtió dependiente económicamente primero de la ex Unión Soviética y últimamente de Venezuela.
Hoy la expectativa de vida en Cuba es de 79 años, la misma que en Costa Rica, e inferior a la de 81 años de Corea del Sur. En el ámbito educativo, Cuba merece crédito por haber eliminado el analfabetismo más rápido que casi todas las otras naciones latinoamericanas, pero su educación universitaria es una sombra de lo que era.
El reciente Ranking QS de Universidades Latinoamericanas, uno de los más conocidos, coloca a la otrora prestigiosa Universidad de La Habana en el puesto 81 en Latinoamérica, muy por debajo de las universidades de Brasil, México, Chile, Colombia, Argentina, Costa Rica, Venezuela y Paraguay.
Cuando le pregunté si funcionarían las recientes reformas pro-libre mercado del general Castro para revertir el desastre económico cubano, Mesa Lago me dijo que “son las reformas económicas más importantes implementadas en Cuba desde la revolución, pero el problema es que las regulaciones excesivas, los controles burocráticos y los impuestos las están obstaculizando".
Mi opinión: Cuando leía los discursos de los presidentes de Uruguay, Bolivia, y otros países que participaron junto a Castro en las celebraciones del 26 de julio en Cuba elogiando los supuestos logros de la revolución cubana, no pude evitar plantearme una sencilla pregunta: si Cuba es un país tan exitoso y su pueblo está tan feliz, ¿por qué el gobierno no ha permitido una sola elección libre en seis décadas? La respuesta es muy simple: porque el régimen cubano sabe que su revolución ha sido un fracaso, y que seguramente perderían una elección libre.