Por Bertie Benegas Lynch
Especial para The Independent Institute.
Las ideas llamadas ambientalistas tienen una adhesión espontánea en mucha gente bien intencionada. Es entendible. ¿Quién no haría algo para evitar que se confirmen las predicciones apocalípticas que nos presentan? Estas alertas dramáticas sin embargo, parecen no dejar espacio para el análisis sereno y la búsqueda de relaciones causa-efecto de los fenómenos naturales. Quienes predican sobre graves consecuencias del calentamiento global, afirman que éste fenómeno se debe, en gran medida, a las emisiones contaminantes provenientes de la actividad económica e industrial del ser humano. Esta actividad humana, se dice, es causante de las lluvias tropicales, maremotos y terremotos de magnitudes desastrosas.
En los últimos 100 años, el planeta se ha calentado unos 0,74 grados. Si vemos las referencias históricas, el clima ha oscilado permanentemente entre enfriamientos y calentamientos relativos. Es importante recordar que los ecologistas, en la década del ‘20, alertaron sobre un enfriamiento global y, en la década del ‘30, alarmaron a la población mundial sobre un calentamiento. A pesar de esos bluffs, en la década del ‘70, se insistió irresponsablemente sobre una supuesta Nueva Era de Hielo anticipando desgracias sin parangón. En los últimos años, se vuelve a la carga con el tema climático. Sin embargo, muchos notables científicos sostienen que el calentamiento global, tiene su principal origen en la emisión de CO2 producto de la actividad solar, tema fuera del control del hombre. Estos expertos afirman que la incidencia del hombre en el clima es insignificante. Para tomar un caso, Robert Whelan, Joseph Kirwan y Paul Haffner exponen que la contaminación generada por el hombre desde la Revolución Industrial es comparable con la contaminación generada por tres erupciones volcánicas (Krakatoa en Indonesia, 1883; Monte Katmai en Alaska, 1912; y Hekla en Islandia, 1947).
Desde otra perspectiva, Al Gore (An inconvenient truth) difunde proyecciones que estiman un aumento del nivel de los océanos sideral. (diecisiete veces mayor que la estimada por la propia United Nations Climate Change). Sin embargo, científicos y especialistas sostienen que esa valoración es errada debido a un cálculo poco riguroso que parte de una proyección térmica lineal. Para ilustrar el caso, es lo mismo que un médico al cuidado de un paciente con 38 grados de fiebre conjeture que, al día siguiente, tendrá el doble de temperatura corporal. Lógicamente, la proyección equivocada llevará al galeno a tomar medidas erróneas. Al Gore con sus proyecciones asegura que la mitad del estado de Florida y Manhattan, quedarán bajo el agua.
Bob Carter, un geólogo y paleontólogo del clima, es uno de los convencidos que la causa del aumento de las temperaturas es la actividad solar, algo que el hombre no controla. Carter ilustra el tema diciendo que afirmar que el CO2 origina el aumento de la temperatura, es como decir que el cáncer pulmonar es la causa del vicio de fumar.
La posición que predomina, es intolerante a otras posturas y se encarga de impulsar un lobby colosal para financiar movimientos que restringen y bloquean actividades que, en última instancia, mejoran el nivel de vida de la gente. Solo en Estados Unidos, la administración de Obama, tomó billones del ciudadano para supuestas Green Solutions. El mismo slogan de “Salvemos al Planeta”, a mi juicio, encierra un arrogante antropocentrismo que sugiere que somos capaces de afectar un planeta que lleva miles de millones de años de cambios propios de su dinámica.
La mejora de los niveles de vida y el combate contra la pobreza, implican ciertos grados de contaminación. Por desgracia, el mainstream ha estado siempre al servicio del socialismo y muy predispuesto a dirigir ataques elípticos al capitalismo, sistema que ha sido el generador de los mayores logros para la humanidad y la mejor herramienta para combatir la pobreza. Muchas veces se habla de “contaminación cero” sin entender que para ser coherente con ese postulado, sería necesario volver al taparrabos, afrontar las inclemencias de la naturaleza y estar dispuestos a que la expectativa de vida caiga dramáticamente, tal como ocurría en la época preindustrial. El desafío de un genuino enfoque de la ecología, es lograr el mejor provecho y balance del progresoen el marco de asignaciones de derechos de propiedad de los recursos naturales.