Por Andrés Oppenheimer
Viendo al presidente Barack Obama en su cumbre con casi 50 jefes de Estado de Africa en Washington D.C., en la que anunció $33,000 millones en inversiones y prometió facilitar el acceso a la electricidad de unos 600 millones de africanos, muchos de nosotros nos hicimos la misma pregunta: ¿por qué no hace lo mismo con Latinoamérica?
La explicación que circuló entre los asistentes a la mega-cumbre del 5 de agosto en Washington era que la administración Obama había organizado el evento en un desesperado esfuerzo por neutralizar el creciente poderío económico de China en Africa.
Pero lo que los políticos estadounidenses deberían tener presente es que si siguen ignorando a Latinoamérica, China tambien será la potencia más poderosa en esa región. No solo China, sino también Rusia y Japón —cuyos jefes de Estado visitaron América Latina en las últimas semanas— han anunciado grandes planes para aumentar su presencia en la región.
Y aunque muchas de las promesas chinas en la región de cara al futuro probablemente son cuentos chinos, lo cierto es que en los últimos años el ascenso de Beijing ha sido impresionante.
El comercio de América Latina con Estados Unidos ha caído del 53 por ciento del comercio mundial latinoamericano en el 2000 al 35 por ciento en el 2013. Simultáneamente, el procentaje del comercio latinoamericano con China ha subido del 1.9 por ciento al 12 por ciento en el mismo período, según el Banco Interamericano de Desarrollo.
Es más, si la actual tendencia persiste, para el 2025 el comercio de Latinoamérica con Estados Unidos habrá disminuido al 17 por ciento del comercio total latinoamericano, mientras que los negocios de la región con China habrán alcanzado ese mismo porcentaje, dice Mauricio Mesquita Moreira, economista principal del Sector de Integración y Comercio del BID.
Y si uno excluye a México, que tiene relativamente poco comercio con China, la presencia comercial de ese país asiático en la región será enormemente superior a la de Estados Unidos en el 2025, según proyecciones.
Al ser preguntados sobre por qué Obama no organiza una cumbre EEUU-Latinoamérica en Washington, como la que acaba de hacer con Africa, los funcionarios estadounidenses replican que Estados Unidos lidera cada tres o cuatro años la Cumbre de las Américas. La próxima Cumbre de las Américas se celebrará en Panamá en el 2015.
Pero las recientes Cumbres de las Américas han sido un fiasco, en gran medida debido a la petrodiplomacia de Venezuela, que virtualmente controla los votos de al menos 16 países centroamericanos y caribeños por medio de sus embarques subsidiados de Petrocaribe.
Entonces, ¿qué puede hacer EEUU? Para empezar, he aquí tres sugerencias.
Primero, el gobierno de Obama debería mostrar más interés por la región. Todo el mundo entiende que el Secretario de Estado John Kerry está ocupado con asuntos más importantes en Medio Oriente y en Ucrania, pero apenas dos de sus 21 viajes al exterior en lo que va del año fueron a Latinoamérica.
Y para la asunción del presidente colombiano Juan Manuel Santos la semana pasada, a la que asistieron varios presidentes, la Casa Blanca envió al consejero del Departamento de Estado Thomas Shannon, un diplomático muy respetado, pero que no salió en la foto.
En segundo lugar, Obama podría proponer un nuevo plan para profundizar las relaciones comerciales con los 11 países de la región con los que Estados Unidos tiene acuerdos comerciales, incluyendo México, Colombia, Perú y Chile.
Actualmente la Casa Blanca está negociando acuerdos de libre comercio con Asia y con los 28 miembros de la Unión Europea, pero no tiene ningún proyecto comercial exclusivo para Latinoamérica. Kerry me dijo en una entrevista exclusiva en diciembre que está “explorando” una iniciativa comercial regional, que empezaría con una profundización de los lazos económicos con México y Canadá, pero eso es lo último que escuché al respecto.
Tercero, Obama debería contrarrestar la influencia de Petrocaribe con una iniciativa EEUU-Caribe, aprovechando que Venezuela está en bancarrota y su industria petrolera se está cayendo, mientras que Estados Unidos será pronto autosuficiente en energía e incluso puede convertirse en exportador neto de petróleo. Washington también podría empezar a ejercer la petrodiplomacia, piensan algunos funcionarios de Washington.
Mi opinión: No estoy de acuerdo con los argumentos de la derecha en Washington de que Obama “ha perdido a Latinoamérica”. La diplomacia arrogante del ex presidente George W. Bush y las posturas antiinmigrantes de los conservadores del partido Republicano han hecho mucho más daño a la política exterior de Estados Unidos que los esfuerzos de Obama por ser un pacifista.
Pero Obama debería invertir más tiempo y energía en aumentar los lazos con Latinoamérica, al menos con los 11 países que tienen acuerdos de libre comercio con Washington. La economía de Estados Unidos está creciendo, y la de China se está desacelerando. Es hora de que Obama se concentre en Latinoamérica, tal como lo hizo con Africa la semana pasada.