Por Pablo Guido
Fundación Progreso y Libertad, Neuquén
La Argentina de hace 100 años se ubicaba entre los diez primeros países en términos de ingresos per cápita, superada sólo por Bélgica, Suiza, Reino Unido, Australia, Nueva Zelanda, Canadá y Estados Unidos. Las exportaciones e importaciones de mercancías argentinas, entre 1865 y 1914, se habían multiplicado por catorce y once, respectivamente. En el mismo lapso la llegada de millones de inmigrantes provocó que la población argentina creciera cuatro veces, de 1,75 a 7,2 millones de habitantes; para 1914 la población extranjera alcanzaba casi la tercera parte del total del país. Las inversiones extranjeras financiaban diversas actividades, como la obra pública, ferrocarriles, viviendas, sector financiero, frigoríficos, puertos, telégrafos, tranvías, teléfonos, red de agua y electricidad y el comercio. Las inversiones extranjeras provenían mayoritariamente de Inglaterra (principal potencia económica del planeta), seguidas de las francesas, alemanas y norteamericanas. Así, el 50% del stock de capital invertido se había logrado gracias a las inversiones del exterior.