Por Guillermo Arosemena Arosamena
Nuevamente analizo el tema desigualdad del ingreso. Noticias y opiniones nacionales e internacionales frecuentemente abordan el tema, afirmando que la desigualdad ha crecido en las últimas dos décadas, tanto entre países como dentro de ellos. Se ponen múltiples ejemplos como el aumento del índice Gini en China después de la muerte de Mao. Hay gobiernos que quieren eliminarla haciendo que los que más ganan reciban menos para nivelar la renta hacia abajo.
El aumento de la diferencia es real, no se puede negar, pero la pregunta que hay que hacer es si es mala. Antes del inicio de la Revolución Industrial en Inglaterra, el índice Gini a nivel mundial debe haber sido el más igualitario de los últimos 260 años, considerando que el 90% de la población mundial era pobre. Los numerosos nuevos bienes y servicios hicieron millonarios a los inventores y a quienes los fabricaron; con los años se crearon las primeras grandes fortunas. Un siglo después había empresarios que tenían cada uno entre 20 y 300 millones de dólares de esa época. Esta revolución industrial creó la clase media que impulsó el consumo de los bienes inventados, haciendo que las empresas vendieran más y los accionistas ganaran más. Se creó un círculo virtuoso. En ese período nació la desigualdad y con los años las diferencias fueron creciendo. Seguramente en periódicos se publicaron las primeras noticias y opiniones de la desigualdad.
Actualmente vivimos una nueva revolución tecnológica, conocida como la de Información y Comunicación, iniciada con la creación de la computadora personal en 1980; luego nacieron: programa informático, fax, celular, internet, GPS, wifi, redes sociales y numerosos otros inventos. Los inventores, la mayoría jóvenes, en pocos años se convirtieron en millardarios y los ejecutivos y empleados, en millonarios. Sus inventos benefician a todos los estratos socioeconómicos y aumentan el nivel de vida de toda la sociedad.
Sin desigualdad económica no puede haber progreso humano. En países como Ecuador, guardando las diferencias, ocurre el mismo fenómeno, nacen fortunas por el emprendimiento.