Por Alberto Benegas Lynch (h)
Uno de los trabajos interesantes e inspiradores de Friedman, esta vez en coautoría con su mujer Rose, se titula “La corriente en los asunto de los hombres” traducido y publicado en Libertas con la autorización de los autores y de Hoover Institution en la edición de la mencionada revista académica de octubre de 1989 (un mes antes del derrumbe del Muro de la Vergüenza en Berlin, aunque originalmente publicado en 1988 en la colección titulada Thinking About America por Hoover Institution Press). Como es un tema de permanente actualidad, es oportuno comentar los aspectos más salientes de este ensayo.
Los Friedman subrayan la importancia decisiva de las ideas en los procesos humanos y reiteran la verdad que encierra el título y el contenido del muy citado libro de Richard Weaver, Ideas Have Consequences. De ahí es que resultan tan necesarios los esfuerzos educativos respecto a la trasmisión de valores y principios compatibles con la sociedad abierta si quiere preservarse la libertad y el consiguiente respeto recíproco.
En este ensayo se destacan las corrientes de pensamiento que, al igual que las corrientes marinas, tardan en manifestarse pero una vez que lo hacen dejan su marca y allí se dice que este proceso clave no ha sido suficientemente tratado por historiadores y economistas. Escriben que “la hipótesis es la siguiente: un cambio importante en la política social y económica está precedida por un cambio en el clima de opinión intelectual” y señalan que una vez trabajada la idea en el terreno académico se traslada a otras instancias hasta que llega a los medios de comunicación y, por ende, al público en general. Pero para mantener esta tendencia debe alimentarse permanentemente la idea, de lo contrario será sustituida por lo que Albert V. Dicey denominó las contracorrientes que en general se deben a la desaparición de los protagonistas originales cuando los espacios respectivos quedan vacantes.
Friedman describe muy ajustadamente el punto al poner de manifiesto que para conjeturar lo que ocurrirá en un próximo tiempo no hay que mirar lo que sucede en la superficie sino bucear en la corriente que se está gestando en las profundidades, a saber, en el mundo académico. Apunta que “hacen falta independencia y coraje intelectuales para iniciar una contracorriente que domine la opinión”, lo cual nos recuerda el buen consejo de Arthur Koestler citado por William Buckley, Jr en su God and Man at Yale. The Supertitions of Academic Freedom: “Uno debería escribir con vigor sobre aquello que uno estima verdadero o, de lo contrario, quedarse callado”. Los tibios no sirven, parafaseando a Mario Vargas Llosa “son figuras de superficie sin mayor trastienda”.
Los autores ilustran su tesis con tres correntadas que marcan las políticas de tiempos recientes y contemporáneos. Una primera que denomina del laissez-faire o de Adam Smith, una segunda que reconoce como de Estado Benefactor o de los fabianos y una tercera que bautiza como de resurgimiento de los mercados libres o la corriente de Hayek.
Se consigna en este ensayo que “La primera corriente que analizaremos comienza en Escocia en el sigo xviii con la reacción contra el mercantilismo [una oleada anterior] expresada en los escritos de David Hume, en The Theory of Moral Sentiments de Smith (1759) y, sobre todo, en The Wealth of Nations, también de Adam Smith (1776). The Wealth of Nations se considera en forma unánime y con justicia como la piedra fundamental de la economía científica moderna. Su fueraza normativa y su influencia sobre el mundo intelectual revisten gran importancia para nuestro objetivo actual. Su rápida influencia sobre la comunidad intelectual reflejó, sin duda alguna, las semillas plantadas por Hume y otros -las contracorrientes intelectuales de la corriente mercantilista- así como también las primeras etapas de la Revolución Industrial. Del otro lado del Atlántico, el año 1776 también fue testigo de la proclamación de la Declaración de la Independencia, en varios aspectos el gemelo político de la economía de Smith. La obra de Smith fue rápida y generalmente aceptada por los Padres Fundadores”.
Y más adelante se lee que “No es fácil medir el papel que desempeña el gobierno en la economía. Una medida útil, aunque reconocida como imperfecta, es la relación del gasto público con el ingreso nacional. En el punto culminante del laissez-faire, el gasto gubernamental en tiempos de paz fue inferior al 10 por ciento del ingreso nacional, tanto en los Estados Unidos como en Gran Bretaña”.
Respecto a la segunda correntada, se apunta que “Este notable progreso no impidió que la corriente intelectual se apartara del individualismo y se volcara hacia el colectivismo […] El punto culminante, cuando el colectivismo comenzó a dominar la opinión intelectual, tuvo lugar algunas décadas más tarde. La fundación del la Sociedad Fabiana, dedicada al establecimiento gradual del socialismo por George Bernard Shaw, Sydney Webb y otros en 1883 es quizá la mejor fecha divisoria para Gran Bretaña. Una fecha comparable en el caso de los Estados Unidos es 1885, cuando la Asociación Norteamericana de Economía fue fundada por un grupo de economistas jóvenes que habían vuelto de estudiar en Alemania imbuidos de ideas socialistas que esperaban difundir a través de la asociación”.
Por último, la tercera corriente que describe la visión friedmaniana se identifica del siguiente modo: “Así como había ocurrido con la corriente anterior, el mundo de las ideas comenzó a cambiar su rumbo al mismo tiempo que en el mundo de la práctica, la corriente alcanzaba su punto máximo. Durante el predomino de las ideas socialistas habían existido contracorrientes puestas en práctica en Gran Bretaña por Lionel Robbins, Friedrich Hayek y algunos de sus colegas en la London School of Economics, en Austria por Ludwig von Mises y sus discípulos y en los Estados Unidos por Albert Jay Nock, H.L. Mencken y otros autors populares; Henry Simons, Frank Knight y Jacob Viner en la Universidad de Chicago y Gottfried Haberler y Joseph Schumpeter en Harvard, para mencionar solo algunos. El libro The Road to Serfdom de Hayek, un best-seller sorpresa en Gran Bretaña y en los Estados Unidos en 1944, fue probablemente la primera incursión real en el punto de vista intelectual dominante” y también Friedman se refiere a su Capitalism and Freedom y mucho más tarde Free to Chose. Además dice que en los inicios debe enfatizarse el rol decisivo que tuvo el establecimiento por Leonard Read de la Foundation for Economic Education (FEE) en 1946 con su muy difundida revista The Freeman.
Este es un muy apretado resumen de un largo ensayo por Milton y Rose Friedman, es aconsejable leerlo completo al efecto de informarse de extensos pasajes en los que los autores de refieren a acontecimientos históricos de importancia que no caben en una nota periodística.
De cualquier manera, este estudio muestra una vez más la trascendencia de la educación como la vía para modificar la articulación de discursos políticos siempre atentos para sobrevivir por lo que están atentos de las medidas que reclama la opinión pública a su vez influida decisivamente por faenas educativas previas. Esto va para despejar la sandez de que “la teoría es irrelevante, lo importante es la práctica” sin percatarse, por un lado, que sin una adecuada teoría se anda a los tumbos y, por otro, que todo lo que hacemos y consideramos práctico es porque adoptamos una buena teoría forjada por otros en otros momentos. La jardinería, la agricultura, las computadoras, la alimentación, los medicamentos, todo es fruto de buenas teorías por eso el dictum de “nada es más práctico que una buena teoría”.
En la sección de las conclusiones, los Friedman advierten que “Para aquellos que creen en una sociedad libre y en un papel del gobierno apenas limitado, ésta [la mencionada tercera corriente] es una perspectiva optimista, sin bien no hay razón para la complacencia. Nada es inevitable en el curso de la historia […] La corriente impulsora en los asuntos de los hombres que se encuentra en la primera etapa aún puede ser abortada, abrumada por una corriente renovada de colectivismo”. En la misma línea argumental, es pertinente citar un pensamiento de Albert Schweitzer de su The Philosophy of Civilization: “Cada época vive en la conciencia de lo que han provisto los pensadores bajo cuya influencia se opera”.
En todo caso tenemos que estar atentos a la visión kafkiana de la sociedad que como muy bien explica Milan Kundera en la quinta parte de El arte de la novela, “En la historia moderna hay tendencias que producen lo kafkiano en la gran dimensión social: la concentración progresiva del poder que tiende a divinizarse, la burocratización de la actividad social que transforma todas las instituciones en laberintos sin fin, la consiguiente despersonalización del hombre”.