Por Martín Simonetta
El presente análisis realizado en el marco de Fundación Atlas para una Sociedad Libre evidencia –a partir de casos concretos de productos y servicios simples y cotidianos- el abismal aumento que experimentaron los precios en la Argentina entre 2003 y el presente (2015).
La falta de veracidad de las mediciones oficiales de inflación (entre otras variables) llevaron a un escepticismo por parte de la sociedad respecto de las cifras del INDEC. En ese contexto han surgido mediciones “no oficiales”, tales como las de la “Inflación Congreso” o “InflaciónVerdadera.com”, intentando reflejar más certeramente la realidad.
En 2003, con 100 pesos un argentino podía comprar:
- 71 litros de leche. En el 2015 apenas 9, es decir 62 sachets de leche menos.
- 53 litros de nafta súper. En el 2015 apenas 9, es decir, 44 litros de nafta menos.
- 78 bajadas de bandera de taxis. En el 2015 apenas 6, es decir, 72 bajadas de bandera menos.
- 56 diarios. En el 2015 apenas 9, es decir, 47 diarios menos.
El billete de Evita “se achicó”
El proceso inflacionario golpeó fuertemente el poder del compra de los ciudadanos, jaqueando tanto los salarios de los trabajadores argentinos como la ganancia empresaria. En este contexto, podemos afirmar que“el billete de Evita se achicó”, ya que el papel de 100 pesos perdió marcadamente su poder de compra (y continúa perdiéndolo, a un ritmo inflacionario del 27% anual).
Debido a que esta pérdida de capacidad adquisitiva del peso se produce de forma “gradual”, la distancia entre los precios 2003 y 2015 es percibida “a fuego lento”. Sin embargo al comparar los precios del 2003 con los del 2015 los resultados se hacen mucho más impactantes. La alta inflación es innegable.
Según lo señala IDESA en base a The Economist, la Argentina (38,5%) es el segundo país con mayor inflación del mundo (2014), sólo por detrás de Venezuela (63,9% anual) y antes que Ucrania (24,9%) y Rusia (15%).
El actual estado de cosas, hace imprescindible (además de la necesidad de frenar el proceso inflacionario) el sinceramiento de la situación y la aparición de billetes de 500 pesos y/o de superior valor. El colapso de los cajeros automáticos es un indicador más de esta negada realidad. Desde el gobierno, se evita tal decisión a efectos de evitar el reconocimiento de la asfixiante situación.
Como es sabido, el proceso inflacionario es causa de conflicto social -como el reflejado en los paros de los días previos-, de puja salarial y caída del nivel de actividad de la economía, así como de perpetuación de una negada pobreza.
El autor es Director Ejecutivo de la Fundación Atlas para una Sociedad Libre.