Por Orlando J. Ferreres
La pobreza está disminuyendo significativamente en el mundo como consecuencia del derrame del crecimiento económico sobre la situación social de los más desposeídos, como puede verse en el gráfico sobre la pobreza en el mundo entero, tomando del trabajo de Jeffrey Sachs, "Sustainable Development Goals for a New Era".
Esta gran disminución de la pobreza es una realidad del derrame económico, derrame que muchos se niegan a considerar o incluso afirman que es un concepto ingenuo o falso. Al afirmar tan rotundamente esa idea, se puede considerar que previamente no habrán chequeado los números. Es necesario tomar nota de la nueva realidad del mundo y no sólo la de la disminución de la pobreza sino del cambio social que se está operando en muchas regiones, principalmente en Asia.
La clase media asiática no solo ha crecido rápidamente en los últimos 30 años sino que será la más importante para el año 2030 y muy fuerte para el 2050, cambiando los ejes del mundo, en el cual pierde influencia el mundo occidental, que creyó que era el mundo rico para siempre y se olvidó de que esa riqueza no se hereda sino que se debe construir cada día.
En efecto, la clase media, que fue clase pobre y logró mejorar por efecto del crecimiento económico derramado sobre la población, va a pasar de 1740 millones en 2010 en el Asia del Pacífico a 3228 millones en 2030, en tanto que en Europa va a bajar de 703 millones en el 2010 a 680 millones en el 2030. Por lo tanto, en Asia el aumento es de 1488 millones, en tanto que en Europa la reducción es de 23 millones hasta el 2030. La comparación para 2050 es mucho peor para Europa y Estados Unidos. El poder económico del mundo se desplaza hacia el Pacífico y la calidad de vida (más clase media y menos clase pobre) mejora en esos países por el crecimiento económico.
Mientras estos cambios tan positivos, aunque poco remarcados por la prensa occidental ocurren en el mundo, la pobreza no disminuye en nuestro país, aun cuando somos un país muy rico. En efecto, somos exportadores de alimentos por excelencia y tenemos la segunda reserva mundial de shale gas, la cuarta de shale oil y disponemos de oro, plata y cobre para exportar en cantidades crecientes. Que la pobreza aumente en un país con oro, comida y energía abundantes es una señal de una muy mala gestión del gobierno actual y de los anteriores. Ahora registramos un 28,7 % de pobres, proporción similar que la que teníamos al final de la época de Carlos Menem, ya que en 1999 era de 30%. Y uno o dos años antes de 1983, inmediatamente antes del inicio de la actual fase democrática que lleva más de 30 años de vigencia, la pobreza se calculaba entre el 6 % y el 8 % de la población. En los últimos tres años disminuyó la clase media y aumentó la clase pobre, consistente con aumento de la pobreza de 25 % al 28,7 % de la población entre esos años.
Si comparamos la cifra actual con el pico de pobreza en el momento del ajuste de Eduardo Duhalde en 2002, pico que fue de 56%, sí bajó la pobreza, pero ese no es un valor de referencia válido, pues es producto de una situación puntual de cambio de sistema monetario, maxidevaluación, licuación del gasto público por medio de un shock, de pesificación de los depósitos en dólares y de expropiación de todos los depósitos bancarios y su transformación en un bono estatal a cobrar en 10 años, de corralito de la economía y muchas otras arbitrariedades de las que no queremos acordarnos.
Nuestra pobreza viene evolucionando muy mal, de la siguiente manera:
Es para amargarse que con tantos recursos como hemos tenido en los últimos 10 años, por la gran suba de los precios de las materias primas que exportamos, los hayamos dilapidado mayormente en consumo, pues eso no cambió la situación de los pobres.
¿Cómo hubiera cambiado la situación de la pobreza en nuestro país? Como cambió en todos los países que se preocuparon por su población verdaderamente, con una inversión muy alta en relación al PBI, cuyo ejemplo más conocido es China, pero también se verificó en cualquier país que haya despegado, y ejemplos de derrame hay en todos y cada uno de los países que invirtieron y crecieron.
Nuestro país es un gran ejemplo del efecto del crecimiento económico sobre la situación social de la población: con el desarrollo muy fuerte desde 1880 a 1914, la inversión bruta interna fija llegó a un promedio de 38% del PBI, con picos de hasta 57% en esta relación en algunos años. Españoles, italianos, ingleses y de muchos otros países europeos, venían en aquella época a la Argentina, pues el derrame económico sobre la situación social les permitía aquí ganar el doble de salario que en Europa. El ingreso per cápita en nuestro país era también el doble que en esos países en aquellos momentos. Actualmente, medido en dólares corrientes, nuestra inversión es solo del 15,8 % del PBI, muy próxima a la tasa de amortización del capital, por lo cual casi no crecemos en el promedio de los últimos 4 años.
¿Cómo se sale de la pobreza en la que hemos caído progresivamente, producto del derrame negativo de la falta de crecimiento significativo y permanente? Con una fuerte inversión, creando puestos de trabajos formales, productivos, bien remunerados, estables, con el cumplimiento de todas las leyes laborales. Todo lo demás es falso, es asistencialismo, es política para seguir teniendo gente pobre y dependiente que pueda votar a los politiqueros de visión corta, que les dan un plan de subsidios para hacerlos dependientes del puntero de turno.
Hoy podemos eliminar la pobreza o reducirla a una muy pequeña proporción de la población argentina. Tenemos los recursos para hacerlo, pero no tenemos aún los dirigentes con la grandeza necesaria y la capacidad suficiente como para llevar adelante, en la práctica, este punto central de la economía.