Por Enrique Fernández García
Caido del Tiempo
Para esta ilustración tan sólo se requiere libertad y, a decir verdad, la más inofensiva de cuantas pueden llamarse así: el hacer uso público de la propia razón en todos los terrenos. Immanuel Kant
Cuando Sartre leyó acerca de Husserl por primera vez, exclamó: “¡Ah, pero si éste ha encontrado ya todas mis ideas!”. Tal era la coincidencia con ese individuo que, gracias a la fenomenología, influiría en numerosos semejantes. Esto no significa que haya habido un mero intento de repetir sus postulados; quien conozca la historia del pensamiento filosófico, así sea sintéticamente, sabe cuánto valor tuvieron ambos mortales. Lo grato, además de llamativo, es que se produjera ese acontecimiento. Porque no es común que, en cualquiera de las lecturas cotidianas, nos topemos con razonamientos similares o idénticos a los nuestros. Podemos disentir luego con el autor; empero, esa suerte de sintonía intelectual funda un aprecio que perdura. En mi caso, una de esas experiencias se dio con Juan José Sebreli, un hombre cuyas cavilaciones justifican todo debate.