Por Mary Anastasia O'Grady
The Wall Street Journal
La paradoja de la política de relaciones exteriores del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, es que sus compromisos con los enemigos de la libertad en busca de la paz están dejando al mundo más violento, polarizado y peligroso. Esto es especialmente cierto en América Latina.
El 2 de octubre, Colombia realizará una consulta popular en la que los ciudadanos tendrán la oportunidad de aprobar o rechazar un acuerdo entre el gobierno del presidente Juan Manuel Santos y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), un grupo designado por el Departamento de Estado de EE.UU. como una organización terrorista. El acuerdo, respaldado por el presidente Obama, les otorga amnistía a las FARC por sus crímenes de guerra, que incluyen el reclutamiento de miles de niños soldados, masacres de pueblos, asesinatos políticos, bombardeos y secuestros.