Por Roberto Cachanosky
La semana pasada el presidente Macri, dirigiéndose a un amplio grupo de empresarios, les dijo que ellos tienen que arriesgar e invertir porque hay un tercio de la población que la está pasando muy mal. Textualmente les pidió “que se rompan el traste” para que la economía empiece a crecer porque hay que empezar a crecer y “rápido”.
Es obvio que Macri no les ordenó que invirtiesen, solo les pidió enfáticamente que lo hicieran, el problema es que los empresarios no invierten por amor o por benevolencia. Como dice Adam Smith en La Riqueza de las Naciones: &"No es por la benevolencia del carnicero, del cervecero y del panadero que podemos contar con nuestra cena, sino por su propio interés&". En otras palabras, el interés del carnicero, el cervecero y el panadero por ganarse el favor del consumidor los lleva a producir algo que la gente necesita. No nos regalan nada, sino que producen bienes a precios y calidades que son los que busca el consumidor.
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