Por Juan Morillo Bentué
Instituto Juan de Mariana
Muchos historiadores de las ideas consideran que el Methodenstreit fue un debate estéril. El propio Mises sentenció que el debate no ayudó a clarificar la cuestión metodológica: “The Methodenstreit contributed but little to the clarification of the problems involved. Menger was too much under the sway of John Stuart Mill's empiricism to carry his own point of view to its full logical consequences. Schmoller and his disciples, committed to defend an untenable position, did not even realize what the controversy was about”[1].
Muy al contrario, nosotros consideramos que este debate tuvo múltiples e innumerables beneficios. En primer lugar, esta controversia tiene un gran interés puesto que es la reivindicación de la importancia de discernir cuál es el camino correcto para acercarse a la verdad científica en el campo de la ciencia económica. Además, en segundo lugar, como hemos podido comprobar, en esta controversia están planteadas muchas de las ideas hoy encontramos en los debates sobre la metodología de la ciencia[2]. Finalmente, otro beneficio de este episodio histórico es que, como suele ocurrir cuando hay un debate prolongado, el Methodenstreit sirvió tanto a historicistas como economistas austriacos para afinar y desarrollar sus posiciones metodológicas y, por tanto, contribuyó a la mejora de su producción científica[3].