Por Manuel J. Molano
Letras Libres
¿Por qué el coche de alquiler por aplicación le preocupa a las autoridades de muchas ciudades del mundo? Tengo algunas hipótesis. En Bogotá, es conocido que un solo individuo es dueño de la mayoría de los taxis, y este empresario es "muy amigo" de las autoridades. En Berlín, los taxis son una importante fuente de ingresos para la ciudad. En Londres, los choferes de taxi son leyenda por su conocimiento preciso de todos los detalles del laberinto londinense. En Cancún, el sindicato de taxis es un gremio duro, estratificado, que le extrae una renta a la población local y a los turistas y siempre vota de cierta manera. Pero ¿en Mérida? ¿Cuál es la preocupación en ese remanso de tranquilidad peninsular?
Se le dice economía colaborativa, o economía de activos compartidos, a una nueva tendencia a compartir las cosas o el tiempo de las personas y las familias para fines productivos. Activos como una casa, un coche, o un hobby se convierten en una fuente de ingreso. Carlos Martínez, brillante economista con el que he escrito sobre el tema, me contó que estuvo en la ciudad yucateca platicando del tema. A las autoridades y los notables de Mérida lo que les preocupa es la seguridad en estos autos alquilados mediante una aplicación. No les preocupa el número de bolsas de aire del vehículo, o la especificación de los cinturones de seguridad: les preocupa que se utilicen para cometer fechorías. Ese fue el principal argumento para pasar la Ley de Transporte de Yucatán. Quizás esa fue la excusa, porque la razón real es indefendible: el de los taxis es un monopolio protegido, y a quienes se benefician de él les interesa mantenerlo así. Es muy parecida a la razón de Berlín, Bogotá, Londres o Cancún: los taxis a la antigüita son un muy jugoso mecanismo de extracción de rentas.