Por Hana Fischer
Para todo aquel que no esté cegado por el fanatismo y la ideología, resulta evidente que el comunismo de los hermanos Castro en Cuba, es una variante a gran escala del proxenetismo. Ellos, sus familias y cómplices viven como reyes a expensas del trabajo de la gente común. Principalmente de los cubanos, pero no solo de ellos sino también de los ciudadanos de otros Estados. Obviamente que para lograr esto último, necesitan la complicidad de los gobernantes de esos otros países.
Desde que tomó el poder, Fidel manejó Cuba como si fuera su finca particular. El Estado es el único empleador y por tanto, todos los cubanos producen para él. Pero como Fidel -al igual que el rey francés Luis XV- siempre consideró que “el Estado soy Yo”, entonces, todos los cubanos han estado trabajando para él, sin derecho a reclamo y por un sueldo miserable. Esta práctica ha sido seguida por su hermano Raúl.