Por Andrés Oppenheimer
El Nuevo Herald
Hay un dato clave que está pasando casi desapercibido en el acalorado debate sobre las familias centroamericanas que están pidiendo asilo en Estados Unidos: este problema seguirá empeorando mientras la gente en Guatemala, Honduras y El Salvador sigan temiendo por la vida de sus hijos si se quedan en sus países.
En otras palabras, la solución al problema de los solicitantes de asilo está en Centroamérica. Ningún muro fronterizo, ni centros de detención para niños, ni más fondos para la patrulla fronteriza en Estados Unidos disuadirán a padres desesperados en Centroamérica que temen que sus hijos sean reclutados por las pandillas, y que tarde o temprano terminen muertos.
El vicepresidente Mike Pence dijo a los centroaamericanos poco antes de su visita a Guatemala el jueves para reunirse con los presidentes de Guatemala, El Salvador y Honduras que “si no puedes venir (a los Estados Unidos) legalmente, no vengas en absoluto”. Pero tales advertencias no harán mucha mella en familias aterrorizadas por la violencia de las pandillas.
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