Por Desiree Jaimovich
Un 1 de julio de 1979 nacía el pequeño reproductor de cassettes, una verdadera revolución para la época. Los conflictos detrás de uno de los productos más icónicos de los ochenta
Un día como hoy de 1979 nacía el Walkman. Ese pequeño reproductor portátil que revolucionó el mercado y se convirtió en todo un símbolo de los ochenta. Fue lanzado por Sony y en su momento era un producto para pocos, por su elevado valor para la época: 150 dólares.
El primer modelo que salió al mercado fue el TPS-L2. Tenía sonido estéreo y el audio tenía casi el nivel de los equipos hogareños.
En un principio sólo reproducía cassettes pero en 1984 se sumó un sintonizador AM/FM. En 1993 llegó el sistema de autorreversa, que permitía que, una vez que el cassette terminaba de reproducirse de un lado, comenzaba a sonar, de manera automática, el lado contrario.
El walkman para reproducir cassettes se discontinuó en 2010. Hasta ese entonces se vendieron 200 millones de unidades. Pero lejos de desaparecer, el equipo se transformó. Luego llegaron los walkman para CD, MiniDisc, memoria flash, tarjetas y hasta con Android, como es el caso del NW-ZX2.
De todos modos, las posteriores metamorfosis nunca alcanzaron el éxito de aquel primer dispositivo que le permitió a los usuarios escuchar música o la radio mientras corrían, viajaban en colectivo o caminaban en la calle. Algo que hoy está instalado por completo en la vida diaria pero que en aquel entonces marcó un verdadero hito.
¿Quién fue el padre de la criatura? El invento se le atribuye al alemán Andreas Pavel, filósofo y gran amante de la música, que decidió idear un equipo que le permitiría llevar con él la música donde fuera. Así surgió su invento.
Durante el tiempo que vivió en Europa (estuvo varios años de su vida en Brasil) intentó vender su invento a varias compañías pero no tuvo éxito. "Todos decían que nadie estaba tan loco como para ir por ahí con audífonos, que era sólo un aparatito inútil de un tipo medio loco", dijo en su momento.
Decidió patentar su creación y llegó a un acuerdo con Sony: la empresa le pagaría unas regalías limitadas y no le reconocería la propiedad intelectual abiertamente.
Además, en un comienzo, la empresa dio otra versión de los hechos. Akio Morita, uno de los fundadores de Sony contó en su libro autobiográfico Hecho en Japón, que todo surgió porque Ibuka, otro de los socios fundadores de la compañía, se acercó a su oficina con unos grabadores estereofónicos portátiles de cinta quejándose por el tamaño de los auriculares.
Así es que decidió pedirle a los ingenieros de la empresa que quitarán el circuito de grabación y el parlante, y lo reemplazaran por un amplificador estereofónico. "Diseñé los demás detalles que quería, entre los que figuraban auriculares muy livianos. Estos resultaron ser una de las piezas más importantes del proyecto Walkman", relató en el texto.
De todos modos, en 2005, tras un largo juicio Andreas Pavel logró que Sony reconozca su autoría y le pague las regalías y derechos correspondientes.
"Cuando solicité mi primera patente, lo hice con expectativas muy inocentes; pensaba que sería algo sencillo, que me tomaría unos doce meses establecer mis derechos y empezar la producción. Nunca pensé que terminaría consumiendo tanto de mi tiempo y alejándome de mis verdaderos intereses", contó Pavel, al finalizar el litigio.