Por Jaime Juárez Rodríguez
Instituto Juan de Mariana
Crear una nueva cultura no significa hacer sólo individualmente descubrimientos originales; significa también, y especialmente, difundir críticamente verdades ya descubiertas, socializarlas, por así decirlo, y convertirlas, por tanto, en base de acciones vitales, en elemento de coordinación y de orden intelectual y moral. El que una masa de hombres sea llevada a pensar coherentemente y de un modo unitario el presente real es un hecho filosófico mucho más importante y original que el redescubrimiento, por parte de algún genio filosófico, de alguna nueva verdad que se mantenga dentro del patrimonio de pequeños grupos intelectuales.
Antonio Gramsci.
Los “liberales” tienen, tenemos, un problema: Nos pasamos una parte muy relevante de nuestro tiempo perfilando, purificando hasta el límite, nuestras ideas, y, la otra, encontrando la mejor forma de comunicarlas de manera efectiva. Si uno ve las políticas que aplican el PP o el PSOE, las que aplicaría Ciudadanos, o el fulgurante crecimiento que, en apenas dos años, ha experimentado Podemos, es evidente que, a pesar de todos nuestros esfuerzos, nuestras ideas han llegado, como mucho, a algunos “pequeños grupos intelectuales”, como decía Gramsci. Si no fuese porque ideas equivocadas en las cabezas de los otros -de la mayoría- condicionan, y mucho, nuestra forma personal de vivir, podría tener hasta gracia pertenecer a un grupo minoritario, casi esotérico, tan alejado del “mainstream”. No podemos conformarnos; que “Podemos sea el futuro inevitable”, como titulaba Jesús Laínz un artículo reciente en Libertad Digital, es un problema muy grave, por mucho que, gracias a Dios, no existan ya los riesgos que generó el Frente Popular hace ochenta años.