Por Andrés Oppenheimer
GUADALAJARA, MÉXICO. - El pedido del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador a España de que pida oficialmente perdón por las atrocidades cometidas durante la conquista española hace 500 años es solo el último ejemplo de la ridícula obsesión del mandatario mexicano con el pasado. Es una fijación que puede costarle caro a México.
Al igual que el presidente venezolano Hugo Chávez y su sucesor Nicolás Maduro, Evo Morales de Bolivia y otros líderes populistas latinoamericanos, López Obrador habla constantemente sobre los héroes del pasado.
En sus discursos, López Obrador jura solemnemente seguir los pasos de los presidentes Benito Juárez (1806-1872), Francisco Madero (1873-1913) y Lázaro Cárdenas (1895-1970), el hombre que nacionalizó la industria petrolera de México.
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