Por Darío Lopérfido
"En las condiciones en que está la Argentina, esas negociaciones nos conducían a la pérdida de puestos de trabajo”
Estas fueron las palabras que utilizó el Ministro de Relaciones Exteriores, Felipe Solá, para expresar su postura frente al quiebre de relaciones con el Mercosur. Según él, los fundamentos que alegan aquellos que están a favor de los tratados de libre comercio del Mercosur con otros países no pueden destacar un solo beneficio para el trabajo argentino.
En este punto, me gustaría retomar brevemente la teoría económica de David Ricardo que plantea lo siguiente: La ventaja comparativa es la capacidad de un país para producir un bien utilizando relativamente menos recursos que otro. Resumiendo en pocas palabras, cada país se especializará en aquello en lo que sea más eficiente y, a la vez, importará el resto de productos en los que sea menos eficiente en términos de producción. Aunque un país no tenga ventaja absoluta al producir algún bien, podrá especializarse en aquellas mercancías en las que encuentre una ventaja comparativa mayor y podrá participar finalmente de manera exitosa en el mercado internacional. De esta manera, cada país podrá potenciar su comercio exterior.
Teniendo esto presente, me parece importante resaltar que los tratados de libre comercio traen consigo grandes beneficios para nuestro país, que están relacionados no sólo con aspectos comerciales, sino que también son positivos para la economía en su conjunto: permiten reducir y en muchos casos hasta eliminar las barreras arancelarias y no arancelarias al comercio; contribuyen a mejorar la competitividad de las empresas (dado que es posible disponer de materia prima y maquinaria a menores costos); facilitan el incremento del flujo de inversión extranjera, al otorgar certidumbre y estabilidad en el tiempo a los inversionistas; ayudan a competir en igualdad de condiciones con otros países que han logrado ventajas de acceso mediante acuerdos comerciales similares, así como a obtener ventajas por sobre los países que no han negociado acuerdos comerciales preferenciales; y, finalmente, fomentan la creación de empleos derivados de una mayor actividad exportadora. Asimismo, la apertura comercial genera una mayor integración del país a la economía mundial, lo que hace posible reducir la volatilidad de su crecimiento, el nivel de riesgo-país y el costo de financiamiento de la actividad privada en general.
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