Por Arturo Damm Arnal
La Razón, México
La pobreza es la condición original del ser humano en este planeta. Y escribo original y no natural, porque si hubiera sido natural, dado que la naturaleza impone límites infranqueables, no la habríamos reducido. Y si algo hemos logrado los seres humanos es reducirla.
La riqueza consiste en los bienes y servicios con los que satisfacemos nuestras necesidades, la mayoría de los cuales deben producirse, lo que requiere de trabajo, recursos naturales, instalaciones y equipo, y del sistema económico que permite sacarle el mayor provecho posible a todo ello, que es el de la libertad individual para producir, ofrecer y vender, y el de la propiedad privada sobre los medios de producción necesarios para poder hacerlo, que es el de libre empresa, el de la economía de mercado, el del capitalismo (el liberal, no el de compadres, menos el de Estado).
Si la riqueza consiste en los bienes y servicios con los que satisfacemos necesidades, la pobreza consiste en su carencia, que puede tener muchas causas, una de las cuales consiste en una menor producción de satisfactores, precisamente lo que está pasando con la contracción de la producción de bienes y servicios, que el año pasado fue del 0.1 por ciento y que para este año se estima, promediando distintas proyecciones, del 4.8 por ciento.
Alcanzado un determinado nivel de riqueza, de producción de bienes y servicios para la satisfacción de las necesidades, pueden darse períodos de empobrecimiento, de caída en la producción, y por lo tanto en la oferta de satisfactores, con las pérdidas de empleos e ingresos inevitables en tales casos, períodos de empobrecimiento que tienen dos causas. Las naturales: terremotos, inundaciones, incendios, sin olvidar epidemias y crisis sanitarias. Las humanas, que se dividen en dos: guerras y malas políticas económicas. Todas ellas, naturales o humanas, tienen un mismo efecto: frenan producción, empleo e ingreso. Empobrecen.
El freno que padeció la economía el año pasado se debió a las malas políticas económicas de la 4T. El freno que padece este año, que se suma al del año pasado, se debe a la epidemia (al aislamiento, a las caídas en la demanda que ocasionan caídas en la producción, el empleo y el ingreso, lo cual refuerza las caídas en la demanda, generándose círculos viciosos), causas a las que hay que sumar la negativa del gobierno para, en contra de la lógica económica, poner en práctica una política económica anticíclica correcta, basada en un mayor gasto gubernamental, financiado con deuda externa, y destinado a apoyar a las empresas, es decir, a preservar puestos de trabajo y fuentes de ingreso, la mejor manera de ayudar a la gente.
Para nuestra mala fortuna, en México, se juntaron las dos causas del empobrecimiento: la natural y la humana.
El autor es economista y filósofo. Profesor universitario , periodista y conferencista.